Análisis

La unión y compromiso del sur

Los países del sur de la UE necesitan unión para sacar adelante un ambicioso plan de recuperación, pero también deben dar muestras de su compromiso de hacer reformas

undefined54015354 spain s prime minister pedro sanchez  left  and portugal s p200706151747

undefined54015354 spain s prime minister pedro sanchez left and portugal s p200706151747 / periodico

Carlos Carnicero Urabayen

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Sin exagerar, el mazazo del covid-19 es histórico. Los efectos de la peor crisis desde la posguerra todavía no han llegado a la mayoría de sus víctimas. Para el sur de Europa, el golpe es especialmente grave. La lección aprendida de la crisis de la deuda de hace una década debería llevar a los sureños a actuar unidos y ofrecer un compromiso de responsabilidad.

La Comisión Europea acaba de revisar sus proyecciones sobre la economía europea en 2020. El pronóstico es, claro, deprimente. Un crecimiento negativo de 8,7% para la zona euro y de 8,3% para el conjunto de la UE. El escenario es aun peor para los países del sur: Grecia (-9%), España (-10,9%), Italia (-11,2%) y Portugal (-9,8%). Francia (-10,6%) y Croacia (-10,8%) se suman también a esta desgraciada lista.  

El previsible efecto rebote será menor del esperado. Para el conjunto de la UE se estima un crecimiento de 5,8% en 2021 y un 6,1% para la zona euro. Las cifras son similares en el sur. Es decir, lo perdido no lo recuperaremos el año que viene, suponiendo, además, que un rebrote en otoño con una nueva hibernación económica no mande las previsiones al cajón.

Cada situación en los países del sur tiene sus peculiaridades, pero la vulnerabilidad ante el covid-19 se debe fundamentalmente a dos factores. Italia y España fueron de los primeros en sufrir la pandemia. Otros tuvieron más tiempo para ponerse a cubierto. Por otro lado, la gran dependencia del turismo y la prestación de servicios, unido a la caída en las exportaciones, han aumentado los daños causados.

Visto el panorama, el sur necesita especialmente una respuesta solidaria y ambiciosa que ponga en marcha hasta el último recurso de Europa, un continente fuertemente sacudido, pero también rico y capaz de ponerse en pie si hay una verdadera voluntad común.

En la cumbre europea que se celebrará en pocos días bajo la presidencia alemana, aunque formalmente bajo la batuta del belga Charles Michel, se debería aprobar un ambicioso plan de recuperación de 750.000 millones de euros. La mayoría apoya la propuesta. Berlín también, aunque insiste especialmente en que los fondos sean usados para acelerar la transición verde y digital.

Los conocidos como países frugales – Austria, Países Bajos, Dinamarca y Suecia – ofrecen resistencias. Tras el debate técnico que acompaña su oposición, reluce un elemento central: la falta de confianza en que los fondos vayan a ser digeridos de la mejor manera posible.

Los intercambios diplomáticos de estos días entre Madrid, Roma y Lisboa son una buena noticia, sobre todo si recordamos cómo hace una década algunos entonaron lamentablemente un “yo no soy Grecia”, algo cierto pero miope, visto el contagio que llegaría después. Poco ayuda en estos momentos que Conte y su fragilísima coalición de gobierno en Italia hayan anunciado bajadas de impuestos en las vísperas de cerrar el plan de recuperación.

El sur necesita unión para sacar adelante un ambicioso plan de recuperación, pero también debe dar muestras de su compromiso de hacer reformas – palabra inútilmente convertida en tabú – para adaptar sus economías al nuevo mundo 'poscorona'.