IDEAS

Divorcio cultural con rebelión

Daniel Martínez de Obregón, presidente de Focus.

Daniel Martínez de Obregón, presidente de Focus. / periodico

Xavier Bru de Sala

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Cuando, en el Foro  Primera Plana, Daniel Martínez de Obregón, personaje clave de los altos niveles de calidad y de público del teatro catalán, aboga por la continuidad de la relación público-privado en el mantenimiento de la cultura, hay que entender que esta colaboración es en estos momentos una especie en grave peligro de extinción. Si encima añade, siempre con palabras cordiales, que a pesar de la solemnidad de las proclamas de los políticos, no ha llegado a la cultura ni una nueva línea de política ni un euro de más para paliar esta miseria extraordinaria, la pintura del panorama pierde los colores  para reducirse a una gama que va del gris más oscuro al negro chillón. No, ni en septiembre ni en enero la producción cultural que requiere presencia del público recuperará el pulso.

La divergencia entre oferta pública y privada pasará de agravio a abismo comparativo. Si los teatros y las salas de concierto de titularidad pública se encuentran a medio aforo, aunque sea un tercio o un misérrimo 10%, la culpa será del virus pero los efectos para la actividad serán casi nulos. Los presupuestos están blindados. En la mayoría de casos, el porcentaje de ingresos propios o es ridículo o se maquilla mediante contabilidad creativa. El Liceu, por ejemplo, practica todavía y desde mucho antes del incendio -con el beneplácito de todas las administraciones-, la fórmula de reventar el techo del presupuesto con el mágico equivalente catalán del "ábrete sésamo" que es el "alguien pagará". El dinero no provendrá del público, claro. Saldrá, tarde y con los intereses correspondientes, de la caja de los impuestos de todos. No agravio sino abismo comparativo con los que no tienen acceso al crédito.

Desde las administraciones, y lo digo por experiencia, hay una clara diferencia entre lo que es "nuestro" -equipamientos públicos- y el resto, el molesto mundo exterior. Ya que ni las políticas culturales ni ninguna otra declaración programática influirán en el resultado de las elecciones, el abismo se profundizará.

La rebelión cultural, compañeros, parece imparable.