Efectos de la pandemia

Postales de un verano extraño

Vivimos una situación extraña y nueva a raíz de la pandemia, como también lo es este verano imprevisible que ya ha llegado a Barcelona

El Parc Güell en una visita para barceloneses el mes pasado

El Parc Güell en una visita para barceloneses el mes pasado / periodico

Eva Arderius

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Este artículo es una segunda parte. En marzo, en este mismo espacio, contaba ocho historias de la Barcelona confinada. Una situación extraña y nueva, como también lo es este verano imprevisible que ya ha llegado a la ciudad y que nos deja postales como estas.

Postal 1. El Park Güell vuelve a la (nueva) normalidad, reabre al turismo y vuelven los'oneeurowater', los vendedores ambulantes de botellas de agua congeladísima a un euro, la única bebida que se puede encontrar dentro del parque. Con el confinamiento desaparecieron, no sé ni dónde estaban ni como han sobrevivido sin ingresos durante estos meses. Ahora vuelven a tener clientes pero la mayoría son turistas del Clot o del Poble Sec que, paradójicamente, vienen a ver la Barcelona sin turistas. Se hacen selfis intentando  que se les vea solos en al balcón gaudiniano y miran de reojo a los pocos extranjeros que hay. “¡Mira! Ya llegan”, dicen. Me pregunto si tener una ciudad más vacía y más amable con los vecinos pero con graves problemas económicos hará olvidar la turismofobia o la potenciará más. Veremos.

Postal 2: Luz en el hotel. Está en el Poblenou y es uno de los pocos que, tímidamente, ha abierto. Busco en su web y lo primero que veo son todas las medidas higiénicas que han tomado. Miro qué pasa con los hoteles más famosos del paseo de Gràcia. De momento están cerrados pero ya ofrecen descuentos y promociones. Recuerdo lo que me dijo el presidente de Turisme de Barcelona, Eduard Torres. Recomendaba a los hoteles no incentivar reservas rebajando mucho las tarifas, “después cuesta mucho volverlas a subir”.  Para mí lo más preocupante de reventar precios, ya sea en hoteles de lujo o en otros más modestos, es que la ciudad atraiga un turismo masivo que no nos beneficiará.

Postal 3: Conozco más de un barcelonés que estos días se ha bañado por primera vez en la playa de su ciudad. Los de aquí siempre nos la hemos mirado por encima del hombro. En las playas de Barcelona solo había guiris y quien no podía ir a un lugar mejor. Aunque con límite de aforo, la playa también se ha 'barcelonizado'. El agua está más limpia, lo que no mejora es la arena, una especie de cemento triturado y polvoriento que no invita a tumbarse.

Postal 4. En un puesto del mercado de Galvany, en Sarrià, un vendedor muy listo pregunta a una clienta, como quien no quiere la cosa, si irá de vacaciones. Ella contesta que si, a la Costa Brava. “Perfecto”-le responde-“este verano repartiremos por toda la zona a los clientes que se van a su segunda residencia”. Pienso que a algunos la crisis no les afecta, acostumbran a ser siempre los mismos. Pienso en los pobres repartidores y en los propietarios de los negocios, tendrán que ponerle mucha imaginación y tendrán que trabajar más que nunca para mantenerlos.

Postal 5. A 14 K del mercado de Galvany está Ciutat Meridiana. También es Barcelona aunque a veces no lo parezca. El presidente de la Asociación de Vecinos de este barrio, Filiberto Bravo, está preocupado. Se han reactivado los juzgados y por tanto también los desahucios. Esto quiere decir que se ha acabado la tranquilidad. Pinta que aquí el verano será más difícil y más crudo que nunca.

Postal 6. El CEM Joan Miró reabre. Es mi gimnasio. Hace meses que no lo piso. Me acuerdo de las señoras estupendas que iban a nadar por las mañanas y del señor de bambas siempre impolutas que hacia remo. Espero que todos hayan podido volver.

Postal 7. Un mar en la calle de Rocafort. Así define el taxista que me lleva la nueva señalización de esta vía del Eixample. Se ha pintado de azul parte de la calzada para aumentar el espacio de los peatones. El taxista dice que va loco con los cambios que se han hecho por toda la ciudad y culpa al gobierno municipal de cargarse la circulación de Barcelona. Lo que más le duele es la 'superilla' de Sant Antoni. Antes, cuando algún cliente lo llevaba por la zona, paraba un momento en el chaflán de la calle de Parlament con la Ronda Sant Pau y se compraba una horchata en la Sirvent, la mejor horchata de Barcelona, según él. Ahora dice que es imposible, que el Ayuntamiento se ha cargado su chaflán. Se le acabó la horchata.

Postal 8. Carmen estrena bicicleta. La acaba de comprar en Wallapop. Ha decidido que la nueva normalidad pasa por cambiar el bus por la bici. Es una de las muchas barcelonesas que el confinamiento le ha cambiado los hábitos. Piensa que el verano es el momento ideal para empezar a familiarizarse con este nuevo medio de transporte. La bici es preciosa y le sienta muy bien. El día que la estrena diluvia en Barcelona pero Carmen persistirá. Después de lo que hemos pasado no se asustará por una simple tormenta de verano.