Nueva era en la excolonia

Hong Kong, día cero

Con la promulgación de la ley de seguridad nacional, los hongkoneses miran con una mezcla de incertidumbre, esperanza y miedo hacia el futuro

China ratifica la polémica ley de seguridad

China ratifica la polémica ley de seguridad. En la foto, cartel en contra de la nueva norma en una calle de Hong Kong.  / periodico

Georgina Higueras

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Nadie sabe cómo será el siguiente acto, pero con<strong> </strong><strong>la promulgación de la ley de seguridad nacional</strong> ha caído el telón del ‘annus horribilis’ y los hongkoneses miran con una mezcla de incertidumbre, esperanza y miedo hacia el futuro. Decenas de líderes prodemocracia han hecho las maletas y buscan allende los mares la libertad que no encontraron en su tierra natal. Muchos de los que les siguieron, la mayoría jóvenes, se han quedado en la Región Administrativa Especial (RAE) y se verán obligados a poner el reloj a cero y replantearse qué hacer con su vida tras haberla empeñado en la escalada continuada de protestas iniciada en junio de 2019 con el rechazo a la ya retirada ley de extradición. Para muchos otros, cuya economía ha tocado fondo por un año de manifestaciones y confinamiento antivírico, la situación es tan dramática que la nueva ley, por muy odiosa que sea, representa una salida hacia una cierta normalidad que permita la restauración del orden y la reconstrucción de la economía.

Incluida en la ley básica (la Constitución de la RAE), la ley de seguridad nacional criminaliza los actos de sedición, secesión, traición y terrorismo, así como la injerencia extranjera, que pueden ser castigados hasta con cadena perpetua. Casi todos los países la tienen y contempla esos delitos, pero los activistas hongkoneses y Occidente temen que el Partido Comunista Chino (PCCh) busque acabar con la disidencia, ya que la polémica ley permite la apertura en Hong Kong de una agencia de la policía secreta china, que tendrá jurisdicción en un reducido número de delitos relacionados con la seguridad nacional. En esas causas, la jefa del Gobierno de la RAE podrá nombrar a los jueces, algo que hasta ahora correspondía al poder judicial.

Secretismo absoluto

Tramitada con un secretismo absoluto, a toda velocidad y aprovechando la reclusión de la pandemia, la legislación entró en vigor cuando faltaba solo una hora para que se cumpliera el 23º aniversario del arranque de la fórmula ‘Un país, dos sistemas’, el acuerdo alcanzado entre el Reino Unido y China para que Pekín recuperase la soberanía sobre la isla concedida tras la derrota en la infame guerra del opio (1839-1842). Londres, que en los 155 años que gobernó la colonia jamás permitió la democratización de sus instituciones y consideró a sus habitantes ciudadanos de segunda clase, ha criticado duramente a China por lo que considera una violación de los acuerdos y se ha comprometido a ayudar a asentarse en el Reino Unido a los 350.000 hongkoneses que tienen pasaporte británico de ultramar (una especie de documento de viaje), y sus familias. No hay otros salvavidas para el resto de los 7,5 millones de hongkoneses.

En su artículo 23, la ley básica recoge la necesidad de promulgar una de seguridad nacional. El Gobierno de Hong Kong lo intentó en 2003, pero tuvo que retirar el texto por las protestas masivas de la población. Hace un año, tras el asesinato de una joven en Taiwán y el regreso a Hong Kong del asesino, elaboró una ley de extradición por la que sospechosos de delitos comunes podrían ser extraditados a China, Taiwán y Macao. También fue rechazada por los hongkoneses, siempre sospechosos de las intenciones del PCCh. La deriva cada vez más violenta que tomaron las manifestaciones y la debilidad del Gobierno de la RAE hicieron temer la respuesta de Pekín, que buscó un momento propicio para imponerse legalmente.  El artículo 18 de esa ley básica permite a la Asamblea Popular Nacional (el Parlamento chino que ha elaborado la ley de seguridad nacional) eludir al legislativo de Hong Kong “en circunstancias especiales”.    

Estados Unidos, cuya relación con China se encuentra en caída libre, ordenó de inmediato la prohibición de las exportaciones a Hong Kong de todo material de defensa y de doble uso, militar y civil, en línea con el embargo impuesto a la República Popular en 1989 (aún vigente) por la matanza de Tiananmen. En año electoral, a Trump no le interesa perjudicar a las más de 1.200 empresas estadounidenses establecidas en la excolonia británica, por lo que es poco probable que dicte mayores sanciones, incluso ha dado marcha atrás en cuanto a imponer aranceles a las importaciones provenientes de la RAE, que apenas suponen el 3% del PIB hongkonés y son principalmente servicios postales y logísticos.

La fuerza de China es cada día más aplastante, pero es evidente que necesita aprender a ganarse los corazones y las mentes para poder manejar su creciente influencia. Descargar miles de millones de yuanes para frenar las desigualdades e impulsar la recuperación económica es positivo, pero los hongkoneses, como los taiwaneses, han degustado la libertad y no van a renunciar a ella fácilmente.