Análisis

¿Un plan de choque puede ser la semilla de un cambio educativo?

Es muy positivo que, en lugar de parchear las insuficiencias del sistema, se apueste por las políticas educativas que pueden suponer un cambio de tendencia en la organización pedagógica

Alumnos de infantil de la escuela Costa i Llobera

Alumnos de infantil de la escuela Costa i Llobera / periodico

Ismael Palacín

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La moción aprobada en el Parlament y el plan que este lunes presentó el Govern podrían marcar un cambio de tendencia en nuestro sistema educativo. Reconocer que tenemos una emergencia educativa en lugar de minimizar el problema es un buen principio. Actuar con celeridad es básico para ofrecer oportunidades después de la desconexión educativa. Aprender que nuestro sistema era demasiado vulnerable a las desigualdades y que no nos podemos permitir que sean amplificadas por las brechas digitales es una buena lección.

Este lunes presentaron un plan de 370 millones de euros para el próximo curso. Con este presupuesto no habrá dinero para todo lo que necesitamos, tendremos que priorizar. Puede parecer poco o mucho dinero según cómo lo usemos. Es poco si esperamos que un incremento del 6,5% del presupuesto educativo compense un sistema históricamente infrafinanciado y recortado. Pero puede ser crucial si se utiliza para impulsar desde hoy las claves de nuestro futuro, la innovación y la equidad. Necesitamos una nueva generación de políticas efectivas, después de años de recortes selectivos que descabezaron estas apuestas.

Es muy positivo que en lugar de parchear las insuficiencias del sistema, se apueste por las políticas educativas que pueden suponer un cambio de tendencia en la organización pedagógica, la digitalización y las oportunidades educativas.

Atención tutorial y personalización

La gran mayoría de la nueva inversión está destinada a contratar más educadores para garantizar la prevención durante todo el curso próximo. Las escuelas necesitan orientaciones más concretas para planificar bien la complejidad del próximo curso, y ahora vemos que estas llegarán demasiado tarde. Con los cálculos que se han hecho hasta ahora este número de docentes sería insuficiente. Pero parece que los criterios de salud permiten relajar ratios, distancias y los usos de mascarillas en favor de un cambio organizativo en grupos estables. Esto abre una oportunidad para que cada centro opte por un rediseño pedagógico más efectivo, que en lugar de parchear las ratios apueste por la atención tutorial, la personalización, el apoyo educativo a los alumnos en desventaja y el trabajo colaborativo.

Concentrar los recursos en centros con más desigualdades, garantizar actividades de apoyo extraescolares, imbricar la escuela con las oportunidades educativas de la comunidad y el municipio, apoyar a las AFA e invertir en programas de capacidades parentales son políticas que se han demostrado muy efectivas para ayudar a la escuela a superar las desigualdades sociales.

Espero que las próximas semanas tengamos la respuesta a los interrogantes que nos quedan: ¿veremos un plan contra el abandono escolar que repesque a los alumnos perdidos? ¿Se contemplará la gratuidad para los que lo necesitan en todas las actividades? ¿En este periodo de reconstrucción la Administración entenderá que los centros necesitan más autonomía, menos burocracia y rigidez, pero también más apoyo y formación para pilotar este cambio?

Un plan de tres años puede ser una oportunidad para los alumnos de hoy, y al mismo tiempo la semilla de una nueva etapa educativa para el éxito escolar de todos.

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