DOS MIRADAS

Los silencios

La conversación telefónica entre una doctora y la hija de una anciana agonizante hecha pública recientemente golpea por lo que se dice y por lo que no

Una trabajadora de un centro de mayores de Madrid coge la mano de una residente, el pasado 24 de junio

Una trabajadora de un centro de mayores de Madrid coge la mano de una residente, el pasado 24 de junio / periodico

Josep Maria Fonalleras

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La conversación de Ramona Carvajal con la médica de la residencia de Griñón te golpea por las cosas que se dicen, pero sobre todo por los silencios. Trata de explicar los síntomas, los tratamientos, las medicinas, el grado de saturación del oxígeno. Y la hija calla, asiente. No entra en cólera ni exhibe exabruptos, aunque es consciente de que le están diciendo que no hay nada que hacer. 

La médico contesta como puede y tropieza cuando debe confesarle que, en el hospital, no la querrán. Enumera los requisitos que exige la Comunidad de Madrid -¡sobre todo el de entrar a urgencias por su propio pie! - y es consciente de que está hablando de una sentencia de muerte. La hija argumenta, aun serena, que aquellos condicionantes no los supera ninguno de los abuelos de la residencia y la médica no puede sino certificar que, de hecho, tras la palabrería administrativa, se esconde el rechazo concluyente, tajante.

Sabemos o intuimos que estas cosas pasaron, pero aturde oirlas en una conversación que pasa del tono rutinario a la íntima, colosal, impotencia y, lo repito, impresiona sobre todo la inquietante presencia de los silencios, el código compartido que descifra la verdad trágica.

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