nómadas y viajantes

Trump descarrila en todos los frentes

El presidente de EEUU va a centrar su guerra de supervivencia en la denuncia de un fraude masivo en el voto por correo

donald trump

donald trump / periodico

Ramón Lobo

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Si paseas por Nueva York sin mascarilla, algunos te gritan “¡republicano!”. Muchos 'trumpistas' acérrimos rechazan esta protección sanitaria por razones ideológicas. Es su forma de estar en el mundo, un símbolo de su adhesión al presidente negacionista. Están peleados con la ciencia y los hechos probados. El 46% defiende la teoría creacionista, que dios creó al hombre en su forma actual hace 10.000 años. Son datos de Gallup, que permanecen estables desde hace 30 años. A los jóvenes tampoco les gusta llevar protección facial contra el covid-19. En su caso prima la simpleza sobre la radicalidad ideológica. Es la que reina en un sistema de inmortales que desprecian a los viejos, a los averiados y a los perdedores.

Llevo meses sosteniendo que Trump no se va a ir de la Casa Blanca si pierde las elecciones el 3 de noviembre. Va a centrar su guerra de supervivencia en la denuncia de un fraude masivo en el voto por correo. Por eso trata de bloquear las iniciativas de los estados que buscan el modo de facilitar el voto en previsión de una segunda ola de covid-19 en octubre combinada con la gripe estacional que mata a miles de personas cada año. Trump apuesta por una participación baja entre las minorías, que considera hostiles.

EEUU es un país líder en tecnología, pero no en la aplicada a un sistema electoral arcaico. Un aumento significativo del voto por correo dificultaría conocer el resultado en varios Estados claves, y por lo tanto el nombre del vencedor en la noche electoral (madrugada del 4 de noviembre en España). Trump y sus colaboradores llenarían el vacío informativo con su relato de los acontecimientos. Sus armas para la movilización están en las redes sociales y en Fox News. ¿Imaginan el tuit ‘nos están robando las elecciones’? Lo dejo para su imaginación.

Control del Congreso

Antes de sumergirnos en un escenario distópico, analicemos algunas buenas noticias. Después de su semana 'horribilis' y del fiasco del mitin de Tulsa con un pabellón vacío, Trump está entre seis y 14 puntos por detrás de Joe Biden en las encuestas. La tendencia es negativa en todos los frentes. Los demócratas volverán a dominar la Cámara de Representantes y están cerca de lograr el control del Senado. Sería una catástrofe para los republicanos.

Solo una derrota rotunda e inapelable le dejaría sin margen para maniobras antidemocráticas. Los problemas se multiplicarán en cualquier escenario de derrota ajustada. Biden ha dicho en un programa de humor que enviaría la policía a sacar a Trump de la Casa Blanca. Es una carga de profundidad en un momento de descrédito del cuerpo por su racismo y violencia gratuita.

Esta semana se han celebrado las primarias demócratas aplazadas en Nueva York. La noticia no está tanto en que Alexandria Ocasio-Cortés seguirá en el Congreso y va a presidir la comisión de Cambio Climático de Biden, sino en Jamaal Bowman, que ha derrotado a Eliot Engel, un peso pesado demócrata. Bowman es negro y progresista. No llega de la mano de Sanders sino de los movimientos sociales del Bronx. Confirma la llegada a Washington de una camada de políticos progresistas pegados a la realidad.

En las primarias republicanas ha saltado la sorpresa en Kentucky y, sobre todo, en Carolina del Norte, donde se ha impuesto un candidato de 24 años al defendido por Trump. Parece un asunto menor, y lo es, pero revela una tendencia peligrosa: el presidente empieza a tener problemas con el voto joven, blanco y universitario.

Sentencias esperanzadoras

Otro de los posibles escenarios de noviembre es que la presidencia de EEUU quede en manos del Tribunal Supremo, dominado por el sector conservador. Hoy resulta impensable que pueda desempeñar cualquier papel contrario a la Constitución, pero el deterioro de los valores es tal en estos tres años y medio, que ya nada es imposible. En las últimas semanas, el Supremo ha publicado varias sentencias esperanzadoras, como que no se puede despedir a nadie por ser LGTBI. También ha echado abajo el intento de Trump de suspender el programa DACA que protege de la expulsión de 800.000 migrantes, los llamados soñadores.

En este caso hay que ser cautos porque la sentencia abre las puertas a que el presidente lo intente por otra vía. Veremos qué decide el Supremo en las próximas semanas sobre si Trump tiene la obligación de hacer público su historial en el pago de impuestos. Es una batalla esencial, una pista de lo que podría pasar en noviembre. Solo una gran movilización electoral en todo EEUU logrará el milagro. Biden no enamora a nadie. Su único encanto es que no es Donald Trump.