LA ENCRUCIJADA SOBERANISTA
Seísmo en el nacionalismo catalán
De tanto en tanto, en la política, tras años de movimientos imperceptibles, los astros se alinean y se precipita aquello que parecía inverosímil
Andreu Claret
Periodista y escritor. Comité editorial de EL PERIÓDICO
Andreu Claret
Un terremoto ha sacudido el nacionalismo catalán. En menos de 48 horas, el PDeCat, heredero de Jordi Pujol, se ha situado al borde de la ruptura; Esquerra Republicana se ha abstenido en la votación sobre Laura Borràs; Daniel Osàcar, el antiguo tesorero de CDC, ha entrado en la cárcel de Brians, y militantes procedentes de este mismo partido, encabezados por Marta Pascal, han creado el Partit Nacionalista de Catalunya (PNC). Ocurre de tanto en tanto en la política cuando, tras años de movimientos imperceptibles, los astros se alinean y se precipita aquello que parecía inverosímil.
El primero en percibir el peligro de esta conjunción astral ha sido <strong>Carles Puigdemont, quien ha arremetido contra David Bonvehí, </strong>el presidente del PDeCat, acompañado de los presos de Lledoners que le son fieles. Para recordar la máxima populista según la cual el partido no es nada frente a las bases independentistas. Lo significativo no es tanto su insistencia en una propuesta cesarista como el hecho que la dirección del PDeCat no le hiciera caso. Victoria de Bonvehí que muchos auguran pírrica a la espera de que los afiliados se subleven contra tamaña osadía. El conflicto no tiene marcha atrás. En las redes ya es una guerra fratricida.
Un amplio terreno por labrar
Mientras se decide la suerte del PDeCat, quienes le abandonaron por no compartir la vía unilateral y el populismo de Puigdemont <strong>han formalizado la creación del PNC.</strong> <strong>A imagen y semejanza, dicen, del PNV.</strong> Querer no siempre es poder. Pascal y los suyos tienen un amplio terreno por labrar, tras la deriva populista del independentismo, pero sus acciones solo cotizan a futuro. A corto plazo, cuando Quim Torra convoque elecciones se impondrán todavía los sentimientos que estallaron el 1 de octubre, y el PNC solo puede aspirar a entrar en el Parlament. Lo que podría ser decisivo, sin embargo, para poner fin a la política de bloques que divide la sociedad catalana.
A más largo plazo, ni Pascal ni Puigdemont pueden obviar que Pujol y el partido que creó son irrepetibles. Oriol Junqueras es quien mejor lo ha entendido, tirando de la presencia histórica de Esquerra en el territorio, algo que los analistas más urbanos olvidan. Nadie puede exhibir 44 alcaldes fusilados por el franquismo, ni 700 afiliados ejecutados (superados sólo por los anarquistas). Esta presencia de ERC en la Catalunya interior hace que nadie pueda soñar en volver a los tiempos de Pujol.
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