Posiciones enconadas

Debates marcados por el dolor

Así estamos, contemplando el mundo desde las trincheras, tomando argumentos al vuelo para colocarnos en uno u otro bando, reduciendo la mirada a base de simplismo

Un operario retira una estatua de Cristóbal Colón del parque de Wooster Square de New Haven, en Connecticut, el 25 de junio

Un operario retira una estatua de Cristóbal Colón del parque de Wooster Square de New Haven, en Connecticut, el 25 de junio / periodico

Emma Riverola

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Y tú, ¿de qué epidemiólogo eres? ¿En qué equipo has jugado durante la pandemia? ¿A favor o en contra del confinamiento total, de las franjas horarias, del estado de alarma o de la llegada del turismo? ¿Con quién vas? ¿Eres de los que están convencidos del gran rebrote en otoño o crees que la cosa va a ser moderada, lo justo para ir trampeando?

Y hablando de transexualidad¿a favor o en contra de la autodeterminación de género? ¿Con quién estás, con J. K. Rowling o con Daniel Radcliffe? ¿Abrimos o cerramos el feminismo a las mujeres 'trans'? Y, por cierto, ¿quién tiene la llave del feminismo?

sobre las estatuas, ¿qué me dices de derribarlas o pintarrajearlas? ¿Son sagradas o tienen fecha de caducidad? ¿Estás con los que sueñan con echar abajo a Colón o piensas que todo esto son paparruchadas de niños caprichosos y aburridos?

Da un paso, toma partido

¿A favor o en contra? Di. Toma partido. O con unos o con otros. No, no puedes seguir ahí, mirando, dudando, como un mero habitante de las fronteras. Venga, da un paso…

Así estamos, contemplando el mundo desde las trincheras, tomando argumentos al vuelo para colocarnos en uno u otro bando, reduciendo la mirada a base de simplismo. ¿Cómo, si no, posicionarse en un minuto sobre temas que entrañan una importante complejidad o que arrastran años, siglos de luchas?

Un retraso en la información por parte de China supuso desaciertos en las alertas de la OMS. Un Gobierno temeroso de caer en el alarmismo y con un Ministerio de Sanidad sin apenas competencias se demoró en la toma de decisiones. Unos gobiernos autonómicos lastrados por las mismas dilaciones no protegieron a tiempo las residencias de ancianos ni previnieron la compra de material de protección. Y un sistema sanitario renqueante por los recortes sacó fuerza de flaquezas, pero no pudo hacer milagros. A todo esto, tampoco la sociedad estaba preparada para vivir (ni creer) lo que se nos venía encima. Cada decisión tomada tenía repercusiones en la salud de las personas y en la economía que, al fin, también es la vida. Se podía haber hecho mucho mejor, sin duda. Pero la complejidad del asunto y la desolación de las cifras invitan al <strong>respeto </strong>y al análisis sereno, alejado del utilitarismo político o mediático que solo añade dolor a los que sufren.

Un estudio reciente realizado por la Universidad de Pittsburgh y otro de la universidad de Tejas apuntan que la idea del suicidio está doblemente presente en los adolescentes transgénero que en los jóvenes que se identifican con su sexo de nacimiento. Demasiado a menudo, las noticias nos golpean con el rostro de una persona que no ha podido soportar la situación. Las mujeres 'trans' sufren múltiples violencias de género. El solo hecho de ser cuestionadas en su identidad lo es. Cada día, es un combate diario contra el estigma y la discriminación. Tan solo por respeto a ese dolor, se me hace difícil comprender algunas críticas que magnifican las anécdotas o se burlan de expresiones que han sido creadas como provocación, pero también como refugio. Hablar de una niña con pene no es una cosificación ni un ataque a nadie, es solo un bálsamo para esa niña que vive su cuerpo como una prisión, es una invitación a pactar con la imagen que le devuelve el espejo.

Símbolos de opresión

Las estatuas a personas relevantes se erigen como reconocimiento o agradecimiento, siempre como espejo o guía a quien admirar. Cuando cambian los valores sociales, culturales o políticos se retiran esos símbolos. No es ninguna novedad. De hecho, es una función reiterada del poder: quitar o poner referentes. Caen las estatuas, cambian los nombres de las calles. Solo cuando la situación social se desborda, los ciudadanos toman la iniciativa y derriban lo que consideran un símbolo de opresión o de afrenta. Así ha ocurrido en las protestas antirracistas. Sin duda, es opinable la oportunidad o la propiedad de los actos, pero no los sentimientos que los impulsan. Son reales, existen, y brotan de una discriminación heredada que perdura en el tiempo. Más y más sufrimiento.

La gestión de la pandemia, la consideración de quiénes son sujeto del feminismo o el abordaje de unos símbolos con sombras son debates en los que están implicados unas vidas marcadas por el dolor. También por la muerteImposible abordarlos priorizando uno u otro fragmento y no considerando la complejidad e integridad del relato. Menos si se habla desde posiciones que no están marcadas por ese sufrimiento. Y, aún menos, si los argumentos sirven para engrasar los mecanismos que subyugan, discriminan y alimentan ese dolor.