EN CLAVE EUROPEA

La UE se reposiciona frente a China

El presidente Emmanuel Macron (centro), flanqueado por la cancillera Angela Merkel (derecha) y el presidente chino Xi Jinping.

El presidente Emmanuel Macron (centro), flanqueado por la cancillera Angela Merkel (derecha) y el presidente chino Xi Jinping. / periodico

Eliseo Oliveras

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

La Unión Europea (UE) ha emprendido frente a China una defensa más firme de sus intereses, abandonando su ingenuidad inicial y su práctica de primar la libre competencia sobre los intereses colectivos y geopolíticos europeos. La fallida cumbre UE-China del 22 de junio evidenció las profundas divergencias entre ambas potencias, con el presidente chino, Xi Jinping, determinado a reforzar la posición político-económica de su país a nivel global.

El giro europeo tropieza con la falta de cohesión política de los Veintisiete y su tendencia a una diplomacia declarativa y reactiva de carácter cortoplacista, en lugar de enfoques geoestratégicos a largo plazo y la fijación de objetivos realistas para cuya consecución se está dispuesto a movilizar todos los recursos necesarios. Además, la UE sale debilitada de la actual recesión, con una contracción prevista del 10,2% de la economía de la eurozona este año en comparación con el crecimiento del 1% de China, según el Fondo Monetario Internacional (FMI).

Pekín es un socio estratégico clave para la UE debido a su interdependencia económica y al papel de China como superpotencia ineludible para la gestión coordinada de los retos mundiales: cambio climático, crisis internacionales, preservación del multilateralismo y reactivación económica. Pero China es al mismo tiempo un “competidor económico” y “un rival sistémico”, como reconoce la UE en su documento estratégico, ya que difieren en el modelo político y económico y sus intereses y objetivos son distintos y muchas veces divergentes. Por ello, urge fortalecer los instrumentos políticos y económicos de defensa de la soberanía europea y de su autonomía estratégica.

Segundo socio comercial

La defensa integrista de la libre competencia practicada hasta hace poco por la Comisión Europea ha dejado durante las dos últimas décadas a las compañías europeas indefensas frente a la competencia desleal de firmas estatales de otras potencias o subvencionadas con ayudas públicas, como China. El valor acumulado por las compras y participaciones de China en empresas, industrias, tecnología e infraestructuras clave (puertos, redes energéticas) en la UE del 2000 al 2018 ascienden a 181.000 millones, según un estudio de la Comisión Europea. Otro frente desprotegido son los contratos públicos de obras y servicios en la UE por valor de 2 billones de euros anuales, que representan el 14% del PIB de la UE y a los que compañías de otras potencias pueden acceder en condiciones ventajosas. “Hay que dejar de ser ingenuos”, subraya el comisario europeo de Mercado Interior, Thierry Breton.

Vetos estratégicos

En octubre entrará en vigor un reglamento que permitirá vetar a los estados de la UE la compra de empresas consideradas estratégicas por parte de firmas extracomunitarias y la Comisión Europea prepara una directiva para el 2021 que permita a la UE protegerse de los efectos distorsionadores de las ayudas públicas extranjeras, tanto en el acceso al mercado europeo como en la compra de firmas europeas y el acceso a subvenciones europeas.

La UE negocia desde el 2014 con China un Acuerdo Global sobre Inversiones. Pero se encuentra bloqueado por la persistencia de restricciones al acceso al mercado chino, las transferencias forzadas de tecnología, los subsidios chinos a sus empresas y el procedimiento de resolución de conflictos.

La política comercial agresiva hacia China del presidente norteamericano, Donald Trump, y sus acciones hostiles hacia la UE han impedido un frente común Europa-EEUU contra los abusos de competencia desleal de Pekín. China, por su parte, potencia las relaciones bilaterales con los gobiernos de la UE, en especial Italia, Grecia y los países del Este, y utiliza sus préstamos e inversiones en infraestructuras para debilitar las posiciones comunes de la UE en materia política, económica y comercial.