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Revisando mi videoteca

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Jordi Puntí

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Estos días, en la intimidad de mi domicilio, me he entregado a uno de los actos culturales más obsoletos que la mente humana pueda perpetrar hoy en día: he vuelto a conectar los aparatos de vídeo y DVD al televisor. Tras varios años de pasearme por la gran oferta de las plataformas, de horas y horas mirando títulos sin saber qué elegir, lo de volver a los viejos vídeos se me antoja como un efecto liberador. Ya sé que ni las cintas de VHS ni los DVDs tienen la mítica de los discos de vinilo y no vivirán nunca una segunda juventud, pero durante varios días ha estado bien viajar hacia atrás en el tiempo. Porque no se trataba tanto de revivir viejas glorias, con nostalgia, como de recuperar las sensaciones de cuando veíamos las series sin la presión social, levantándonos cada tres capítulos para cambiar la cinta de vídeo (e ir al baño), o mirando aquellos “extras” que —como ocurre con los coches— hacían que pagáramos los DVDs a precio de oro.

He recuperado las sensaciones de cuando veíamos las series sin la presión social al volver a contectar  los aparatos de vídeo y DVD al televisor

Así, con todo este ceremonial, es como he vuelto a ver algunos capítulos de 'Soap', la comedia que en castellano se llamó 'Enredo' y donde debutó Billy Cristal como gay que salía del armario. También he desempolvado mi colección de Dennis Potter, con esas dos maravillas que en otro tiempo —otra predisposición— vimos en TV3: 'El detective cantante' y 'Pintalabios en el cuello'. He recuperado las dos temporadas de 'Boomtown', la serie única que hace 15 años me recomendó Sergi Pàmies, como quien te invita a ser miembro de un club selecto. Me he revolcado en el vitriolo y la miseria paródica de la única temporada de 'El crítico', la serie de dibujos animados que se reía del cine. Y de allí me fui a otra temporada única, inacabada, con la misma mala leche sobre Hollywood y el mismo gusto por la autoparodia: 'Fat Actress', de Kirstie Alley.

Nadie se acuerda de estos títulos en las listas de las mejores series. La mayoría no las encontrarán en Filmin, Netflix o HBO, pero mejor así: les sienta mejor el olvido elitista, viviendo en la memoria de algunos privilegiados, que no el olvido masificado, perdidos en la inmensidad de un montón de series insignificantes que solo hacen que complicarnos la vida.