AL CONTRATAQUE

La foto escolar

La mayoría de los niños saldrán de esto como entraron: fuertes, radiantes, con un afán inagotable de risas, de juego y de alegría

Tres hermanos de Igualada miran por la ventana de su casa durante el confinamiento, el pasado 21 de abril

Tres hermanos de Igualada miran por la ventana de su casa durante el confinamiento, el pasado 21 de abril / periodico

Milena Busquets

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Este año los niños no han podido posar para la clásica fotografía de grupo de fin de curso. Como alternativa, la profesora les propuso hacerse unos selfis en casa y montar una gran foto, parecida a la página de uno de esos anuarios de clase que se hacen en Norteamérica.

Para darle un toque de originalidad y de concienciación (no sé si nuestros hijos aprenderán a leer novelas, pero a conciencia ecológica y social no les gana nadie), la profesora les pidió que se hiciesen la foto sujetando una cuartilla con una palabra que definiese cómo han vivido ellos estos meses de aislamiento.  

De 27 niños (de entre 12 y 13 años), cinco escribieron en su pancarta la palabra 'paciencia'. Dos pusieron 'cansado'; dos, 'aburrido'; dos, 'solidaridad'; dos, 'familia', y dos, 'esperanza' (bueno, uno escribió 'hope', tal vez algo de inglés sí que hayan aprendido). También hubo pancartas individuales de 'silencio', 'interminable', 'compañerismo', 'esperanza', 'terraza', 'miedo', 'creatividad', 'objetivos' e 'incertidumbre'.

Solo uno de los críos (no mi hijo) se atrevió a escribir la palabra 'diversión'.

Sin embargo, todos los niños del mundo (desde Tom Sawyer hasta Pipi Calzaslargas) sueñan con no tener que ir al colegio. Yo, de niña, y a pesar de ser una alumna bastante feliz, algunas noches me iba a dormir rezando para que un incendio asolase el colegio. Y recuerdo la euforia de los alumnos cada vez que en la escuela se realizaba un simulacro de alarma que nos obligaba a detener las clases y a bajar al campo de deportes.  

He visto cómo han vivido los críos la pandemia (incluso los que han sido golpeados por la pérdida de algún familiar de edad avanzada): con incredulidad primero, con alegría después (el increíble sueño realizado de dejar de ir al colegio) y con algún pronto de aburrimiento al final. El miedo y la ansiedad en todo caso se los han contagiado los adultos. La mayoría de los niños saldrán de esto como entraron: siendo niños, siendo adolescentes, fuertes, radiantes, con un afán inagotable de risas, de juego y de alegría. No les contagiemos nuestras enfermedades.