Las previsiones del FMI

Nadie se salva del lío

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Jordi Alberich

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<strong>El informe del FMI, que sitúa a España como la más damnificada entre las economías avanzadas, </strong>ha despertado todas las alarmas. Así, nos otorga una caída del 12,8%, idéntico porcentaje que para Italia y prácticamente el mismo que para Francia, un 12,5%. Por su parte, Reino Unido cae un 10,2% y Alemania un 7,8%, ligeramente inferior al 8% previsto para EEUU. De lo datos, lo más sorprendente no es tanto la caída de España e Italia, como que Francia se hunda en una proporción similar, y el resto de países lo hagan de manera también contundente.  

Hace escasamente un mes, el Gobernador del Banco de España, ya anunció que la caída de nuestro PIB no bajaría del 6,6%, y podría alcanzar un 13,6%. El margen era muy amplio pues dependíamos de factores que, en las semanas transcurridas desde su intervención, nos han ido a la contra. Así, un desconfinamiento cargado de incertidumbres sanitarias, y la inexorable propagación del virus por el conjunto de la Unión Europea, EEUU y América Latina.

Ello conlleva un destrozo para el sector turístico, que representa cerca de un 15% de nuestro PIB, y que ya da el año 2020 prácticamente por perdido, a la vez que un golpe muy duro para las exportaciones a nuestros principales mercados exteriores. Además, se contrae la demanda interna, por parte de una ciudadanía temerosa de lo que pueda suceder con la evolución del virus y la economía. 

Así las cosas, la cuestión es cómo nos salimos de esta, y no hay duda de que el protagonismo corresponde a los poderes públicos, pues sólo ellos pueden diseñar políticas, inyectar liquidez y suministrar ayuda directa a empresas y ciudadanos.

España padece la gran limitación de su ya elevada deuda pública que, al igual que Francia, se acerca al 100% del PIB, aún lejos del 130% de Italia. Pero, además, pese al buen hacer del Banco Central Europeo en su ámbito de actuación, las imprescindibles ayudas directas dependen de la voluntad de los países de la zona euro, y las dificultades son enormes. El suministrar 750.000 millones de euros en forma de ayuda directa a los países más afectados por el Covid-19 va en la buena dirección, pero resultará insuficiente y llegará tarde.

Y también a la política corresponde entender que en los próximos años la única prioridad es reconstruir la economía y evitar un estallido social, para el que se dan todas las condiciones, empezando por un desempleo que puede alcanzar a seis millones de personas. Lamentablemente, esta conciencia no alcanza a todos los partidos, que siguen empeñados en el derribo del adversario. La buena noticia es la entente entre sindicatos y patronales, a la que debería añadirse un compromiso radical de las grandes compañías con el empleo.

El dato más novedoso que nos aporta el FMI es que el golpe será muy duro para toda Europa y América. Así, nos salimos todos, o el hundimiento será generalizado. También para aquellos países de la UE que, por sus cuentas públicas saneadas, se sienten al margen de un lío que, como el virus, no sabe de fronteras.