DOS MIRADAS

Enderezar y ordenar

Lo decía Michel de Montaigne: "Que la muerte me pille mientras planto coles"

Esperanza, vecina del Institut Escola Antaviana de Roquetes, alimenta a una de las gallinas del huerto escolar que ha cuidado durante el estado de alarma, el 15 de junio

Esperanza, vecina del Institut Escola Antaviana de Roquetes, alimenta a una de las gallinas del huerto escolar que ha cuidado durante el estado de alarma, el 15 de junio / periodico

Josep Maria Fonalleras

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Leo con emoción el reportaje de Helena López sobre el huerto del Institut Escola Antaviana, en Roquetes, publicado hace unos días en estas mismas páginas. Mientras el centro estaba cerrado, estos días dramáticos, una señora del barrio, Esperanza, ha cuidado de las verduras y los vegetales, del corral con patos y gallinas. No recibe nada a cambio, solo la satisfacción de comprobar que aquello -un proyecto escolar que, desde hace años, representa no solamente un espacio educativo sino también un símbolo de coraje, como toda Antaviana- no se convierte en selva caótica de malas hierbas. Es decir, que sigue siendo un territorio de civilización.

Este huerto, como es probable que haya pasado con otros reductos similares, en muchas escuelas, ha sobrevivido gracias a un esfuerzo humilde, sin excesos, constante. El huerto es un cercado donde se ejerce la geometría precisa, la regular evolución del tiempo y las cosechas; cuidarlo es respetar este ritmo, adecuarse a las circunstancias, enderezar y ordenar la euforia vegetal. Lo decía Michel de Montaigne: "Que la muerte me pille mientras planto coles". Es una lección discreta que nos salva, como la de la Esperanza de Roquetes.