El final del estado de alarma

Cien días

El partidismo, lejos de quedar aislado, ha circulado sin fronteras

Ilustración de Leonard Beard

Ilustración de Leonard Beard / periodico

Anna Cristeto

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Tras casi cien días de confinamiento, fases y desescaladas, se pone punto y seguido a una de las etapas más convulsas de nuestra historia reciente. Más de 28.000 muertes en España, divergencias competenciales, riesgo de colapso de hospitales y distanciamiento social. Teletrabajo, encierro, educación 'on line', negocios que perecen, ertes y una economía que resuella para seguir en marcha.

En poco más de tres meses, un virus se ha propagado a escala global y ha dado el salto de nuestro organismo a nuestros bolsillos y a nuestra forma de transitar por el mundo. Ha dejado al descubierto los déficits de un sistema sanitario que creíamos más sólido y que, tras años de recortes, se ha enfrentado al covid-19 con menos personal y material. El drama en las residencias de ancianos, del que nunca se hablará lo suficiente, impone una reflexión profunda sobre el cuidado que dispensamos a los más vulnerables.

Pasamos de cuestionar la cancelación del Mobile World Congress –por aquel entonces no se veían razones de salud pública- a presentar denuncias por permitir la manifestación del 8-M. Algunos han hecho del sesgo retrospectivo un escenario en el que representar sus aspiraciones políticas, conjugando con demasiada facilidad el “nosotros hubiéramos o hubiésemos”. Pese a la crudeza de la pandemia, el partidismo, lejos de quedar aislado, ha circulado sin fronteras.

La formación de Pablo Casado ha cargado con virulencia contra la coalición progresista, descalificando a un presidente que ve como un okupa de la Moncloa que guía al país al precipicio. Vox se ha instalado en el 'no' –no irá al homenaje a las víctimas- mientras que Cs ha viajado al terreno de la utilidad haciendo valer sus escaños.

El independentismo lo ha afrontado con la dinámica de división marca de la casa. Torra ha desdeñado por tardía o ineficaz cada medida del Gobierno y ERC se ha mostrado más cambiante, condicionando al final su apoyo al estado de alarma a la reanudación de una mesa de diálogo que ha quedado descabalgada del calendario.

La gestión de la pandemia

Lo inaceptable de las críticas descarnadas, sin embargo, no debe evitar un análisis razonable de la gestión de la pandemia que ha hecho el Ejecutivo. El Consejo de Seguridad Nacional, por ejemplo, minimizó el riesgo de la pandemia solo una semana antes de decretarse la emergencia. Ha habido fallos, pero pocos Gobiernos pasarán ese escrutinio sin mácula.

Decimos adiós al estado de alarma y al mando único, así como a las reuniones dominicales con presidentes autonómicos. 'Sacrificio', 'moral de victoria', 'pesadilla', 'orgullo' y 'honor' son algunos de los conceptos usados por Sánchez en el balance de los 98 días. Para el presidente, se ha tomado nota de la anterior crisis y de sus graves consecuencias. España debe entenderse con España y Europa debe salvar a Europa, dijo. Dos afirmaciones que deberán tomar tierra ante una opinión pública que ve a la política atrincherada. Se teme una segunda ola del virus aunque no partiremos de cero. ¿Habremos aprendido del 'shock'? Dejamos atrás días para el olvido que haríamos bien en recordar.

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