OTRO TÍTULO EN PELIGRO

Pregunta: ¿para qué vino Setién?

Quique Setién, entrenador del Fútbol Club Barcelona

Quique Setién, entrenador del Fútbol Club Barcelona / periodico

Emilio Pérez de Rozas

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La pregunta podría ser ¿por qué y para qué vino Quique Setién al Barça? ¿Había necesidad de matar a traición a Ernesto Valverde de la manera que se hizo? ¿En serio alguien, no sé, desde Leo Messi a Eric Abidal, pasando por Josep Maria Bartomeu y terminando, tal vez, por ese nutrido grupo de técnicos (ahora sacrificados), había decidido con datos, opiniones, estadísticas, intuiciones y conocimientos, que había llegado el momento, a mitad de temporada, de cambiar de patrón? ¿En serio aquel hombre que paseaba entre las vacas de Liencres, que no ha ganado aún nada, era la persona idónea? ¿Alguien, especialmente los monjes del cruyffismo, adivinaron y le susurraron al oído a ‘Barto’ que con el pastor regresarían las esencias de Johan Cruyff, de cuya admiración vive Setién?

¿Para qué vino Setién? ¿Para qué? ¿Hay más posibilidades de ganar la Liga? No, menos. Lo veremos mañana por la noche. Solo había que esforzarse ante el Sevilla y frente al Atlético. Y sin público. Y con los dos equipos a más de 10 puntos. Y, de momento, en Sevilla se falló. ¿Hay más posibilidades de ganar la Champions? Pues no sé, tras ver al Nápoles ante la Juventus en la final de la Copa de Italia, igual llegan a un silencioso Camp Nou (e, incluso, con público, tampoco es que el ‘estadi’ meta mucho miedo) y hacen un Liverpool o una Roma.

Esperando el gol de Messi

Entonces, ¿para qué vino Setién? ¿Qué han hecho él y su alumno Sarabia durante todos estos meses? ¿Juega mejor el Barça que con Valverde? No, hace medias horas estupendas, juega caminando, sin vigor, sin pasión, sin determinación, al tram-tram, esperando que Messi meta el gol 696, 697, 698, 699 y ¡ojalá! el 700 del Sánchez Pizjuan, que no llegó. ¿Ha habido alguna alineación revolucionaria? No, el gran descubrimiento fue Ansu Fati y lo escogió el ‘Txingurri’ para que, después, lo apadrinara el hermano de Messi. ¿Los jugadores son, ahora, mejores que hace cinco meses? Para nada, son peores y están excesivamente valorados. ¿Hay alguna estrategia en algún corner, en alguna falta? ¿Hay algo preparado, entrenador? No, nada, cero. ¿Entonces a qué entrenan? A nada.

Todo el mundo (incluso esos millones de tuiteros que tratan de mofarse de él) saben que Gerard Piqué es la persona más inteligente que hay en la plantilla del Barça. ¿Ese mensajito de “esta Liga no la ganaremos”, que le soltó a Ricardo Rosety es porque ya se ha dado cuenta de que no la ganarán? Tal vez es que duda de los métodos de Setién. Igual acaba siendo cierto lo que, según contó Víctor Font, que le contó Xavi Hernández, que le contó Eric Abidal, fueron los jugadores quienes pidieron el relevo de Valverde y, ahora, ya saben que se equivocaron. ¿O Piqué habla de los árbitros? ¿Del VAR? ¿Le da miedo el Real Madrid?

El Barça de los 1.005 pases

Esa frase ya la pronunció un día (26 de febrero del 2012), tras ganar al Atlético (1-2), Pep Guardiola, pero iban a 10 puntos del Real Madrid (64-54) y, sí, acabaron perdiendo aquel título: 100 a 91. Uno diría que Piqué sabe más de lo que cuenta. Y hace bien en no contarlo, pues el Barça no está para que alguien desde dentro explique la verdad. Y la verdad es que todos son un año mayores y no parecen dispuestos a jugar el fútbol que se juega ahora, el fútbol de los campeones, que no es, desde luego, aquel fútbol de los 1.005 pases y 82,6% de posesión ante el Granada, no. El fútbol de ahora es fuerza, estrategia, vigor, preparación, presión, despliegue, recuperación tras pérdida, intensidad, hacer los 90 minutos como los 30 primeros del Sánchez Pizjuan. Pero, no, tampoco Setién vino para eso.

Así que pasan las jornadas y aún no sabemos si a ‘Barto’ le dio un ataque de pánico (otro), si Abidal recibió una iluminación divina o si Piqué&Cia decidieron que se habían cansado de Valverde. Lo cierto es que Setién dejó de pasear junto a las vacas y aquí está, lamentando, partido tras partido, que su equipo no haga, jamás, nunca, un encuentro redondo. Y, ahora, en silencio, aún se nota más la ausencia de fútbol. De juego, que no de pases, pues ante el Sevilla dieron 721 pases, el doble que los andaluces.

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