NÓMADAS Y VIAJANTES

China juega en todos los tableros

Pekín sale de la primera fase de la crisis sanitaria con la sensación de ser una superpotencia ante la torpeza de Trump

Cola de habitantes de Pekín para hacerse el test del covid-19 tras el último brote en un mercado de la capital china.

Cola de habitantes de Pekín para hacerse el test del covid-19 tras el último brote en un mercado de la capital china. / periodico

Ramón Lobo

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No nos engañemos, el mundo no ha cambiado durante el confinamiento: sigue el mismo odio, las mismas injusticias, pobrezas y guerras. Ni siquiera se ha movido la pandemia, desbocada en América Latina y activa en Asia y África. Mientras que EEUU aún sufre la primera ola agravada por un presidente negacionista, China se ha concentrado en sofocar un foco potencialmente peligroso en Pekín. Aunque las autoridades afirman que está bajo control han cancelado miles de vuelos y trenes, cerrado colegios y barrios enteros. Nadie quiere asumir riesgos ni anticipar la llegada de una segunda ola. ¿Qué hemos aprendido en España? ¿Qué medidas se están tomado ahora que decae el estado de alarma?

China sale de la primera fase de la crisis sanitaria con la sensación de ser una superpotencia. Pese la opacidad en el número de muertos (4.634 oficiales frente a los más de 27.000 en España) y un retraso en informar de la gravedad del coronavirus en diciembre, es de los países con mejores resultados de contención. Le copiamos el modelo de reclusiones masivas de población que ha salvado decenas de miles de vidas. Los fiascos de las mascarillas, los test PCR y los equipos de protección made in China demostraron que el país asiático carece aún del nivel industrial necesario para competir en igualdad con EEUU y la UE.

Deberíamos releer El arte de la guerra de Sun Tzu, un compendio de sabiduría estratégica. Lo vamos a necesitar en el mundo pospandémico sumido en una crisis económica que aún no sabemos si se apellidará recesión depresión. La mentalidad oriental se basa en la paciencia, en el estudio del rival antes de actuar. China nos conoce bien. Ha sido la fábrica mundial durante la globalización. Saben cómo fabricar y cómo fabricamos. Han aprendido los trucos del capitalismo sin renunciar a la parafernalia comunista que refuerza su autoridad histórica.

Violaciones de derechos humanos

Es un sistema que se basa en un pacto social, impuesto y aceptado: seguridad a cambio de obediencia. Pocos les recuerdan sus violaciones de derechos humanos contra la minoría musulmana uigur o en Tíbet. Occidente siente la tentación de moverse hacia una sociedad menos libre, sometida a controles tecnológicos en aras de la seguridad sanitaria. Allá manda el Partido; aquí, los mercados.

Trump se ha metido en el charco de la guerra racial en su país a cinco meses de las elecciones. La pandemia trastocó sus planes. Ha perdido el rumbo político, se siente acosado. Es la torpeza del presidente de EEUU, de la que sabremos más estos días a través de las filtraciones del libro de John Bolton, la que invita a China a apostar fuerte en el tablero global.

Antes de entusiasmarnos con los cotilleos, deberíamos recordar que Bolton no es un pacifista, sino un halcón, uno de los neocon que presionó a George W. Bush para derrocar a Sadam Husein y que hasta hace poco quería bombardear Irán. Estamos ante un ajuste de cuentas.

Tres hechos significativos

En pocos días han tenido lugar tres hechos significativos: la aprobación de una nueva ley de seguridad para Hong Kong, que allana la posibilidad de una intervención militar de Pekín; un incidente en el espacio aéreo de Taiwán que involucró a cazas chinos y un avión de transporte de EEUU, y un choque armado con la India en el remoto valle de Galwan, en el Himalaya, y que ha incendiado los ánimos en Nueva Deli. La muerte de una veintena de soldados indios sirve de cortina de humo al Gobierno nacionalista de Narendra Modi, agobiado por la expansión de la pandemia, que supera en la India los 367.000 contagiados y los 12.200 muertos.

China está tentando los límites del juego. No va a suceder nada grave antes de las elecciones estadounidenses porque las autoridades chinas no tienen prisa. Su partida es a muy largo plazo. Sus objetivos son, de momento, más regionales que globales, además de garantizarse los suministros necesarios para alimentar su población y su industria. La jugada maestra, su jaque mate, sería obtener la vacuna salvadora contra el covid-19 antes que EEUU y la UE. La experiencia como suministrador mundial de equipos sanitarios de emergencia no permite ser optimista en este asunto. En el otro lado de la balanza, son los que más saben sobre este y anteriores coronavirus. Tienen una ventaja científica.

Es posible que cambie nuestra forma de relacionarnos, de trabajar y viajar, lo que no cambiará nunca es el juego de las armas, el negocio de la muerte y el cortoplacismo de una especie empeñada en suicidarse. Nadie habla de la madre de todas las pandemias: el desastre climático.

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