Peccata minuta

¿Jaque mate?

Cada día crecen las sospechas sobre Juan Carlos I, pero la mayoría parlamentaria impide que sea investigado

Independentistas, nacionalistas y Más País intentarán otra vez en el Congreso investigar a Juan Carlos I

Independentistas, nacionalistas y Más País intentarán otra vez en el Congreso investigar a Juan Carlos I / periodico

Joan Ollé

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Mi difunto y querido Joaquim Benite, portugués, comunista, dramaturgo y director del Teatro Municipal de Almada (Lisboa) que ahora lleva su nombre, no dejaba de repetirlo: “Mira, Joan, no sé por qué os quejáis tanto; la monarquía es como la danza: si no la  empiezas a practicar desde muy niño nunca llegarás a nada. En nuestro país cualquier patán desleído puede presidir la república, y, en cambio, vuestro rey habla idiomas, sabe usar los cubiertos, escoger corbata, pilotar aviones… Vaya, que tenéis un “chollo” sin daros cuenta”.

También a mi amigo -ateo, gracias a Dios- le hacía mucha gracia lo de la “infalibilidad” papal, pero, siempre respetuoso, entendía que los miembros de cualquier club privado tienen todo el derecho a fijar sus propias normas siempre que no jodan a terceros. ¿A quién puede molestarle que alguien crea en Superman o en la cuadratura del círculo polar ártico?

Lo que tal vez ignoraba mi socarrón Joaquim es que en nuestra Carta Magna hay un punto, negro, que habla de la “inviolabilidad” del Rey, como si su roja sangre azul pudiera dispensarle “porque sí” de cualquier atrocidad. Si el mismo presunto Dios quiso que su hijo fuese solo un hombre más entre hombres y mujeres, se supone que la realeza, siempre reclamándose tozudamente de su divina ascendencia, no debiera tener más privilegios. Jesús habló claro: “Al César lo que es del César y a Dios lo suyo”.

“Así la votamos entre todos -dirán algunos, refiriéndose a la “Consti”-, y a ella hay que atenerse”. No sé qué ocurriría si, en un rapto de furia jupiterina, el buen Papa de Roma agarrase una kalashnikov y enviase a la vida eterna a tantos infieles como antes la Santa Inquisición. ¿Seguiría en su trono vaticano o tal vez debería sentarse en un banquillo?

Parece ser que Juan Carlos I, ya calvo de corona, podría haber tenido alguna humana debilidad con respecto al dichoso dinero público, y cada día crecen las sospechas. La mayoría parlamentaria impedirá que sea investigado. Solo se me ocurren dos soluciones: alterar algún párrafo de nuestro 'Libro Gordo de Petete' o que el actual PSOE se refunde coherentemente en PSB: “Partido Socialista Borbónico” para que todo quede claro.

Suscríbete para seguir leyendo