Dos miradas

Los útiles

Con la mirada fija en las estadísticas, vemos y lamentamos los datos negros, y nos cuesta admirar el esfuerzo sobrehumano que en la mayoría de las residencias se ha realizado

Una interna en una residencia de mayores abraza a su sobrino a traves de un plastico

Una interna en una residencia de mayores abraza a su sobrino a traves de un plastico / periodico

Emma Riverola

Emma Riverola

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Una residencia de ancianos de Valencia ha ideado un “arco de los abrazos”. El ingenio es sencillo. Un panel de plástico que se higieniza después de cada uso y unas mangas de usar y tirar. Así, antes y después de la visita a dos metros de distancia y con mascarilla, los mayores y sus familiares pueden abrazarse. Un panel de plástico. Simplemente. ¿Cuántas horas, cuántos días, cuántas semanas y meses de lucha contra la muerte hay detrás de esa simple idea? Con la mirada fija en las estadísticas, vemos y lamentamos los datos negros, y nos cuesta admirar el esfuerzo sobrehumano que en la mayoría de las residencias se ha realizado. En muchos casos, ejecutado por personas con trabajos precarios que han llevado su compromiso al límite, apretando los dientes y dándolo todo.

Observo el rifirrafe político, recuerdo a Quim Torra, Meritxell Budó o Laura Borràs trabajando para consolidar la idea de que en una Catalunya independiente hubiera sufrido menos muertes. Mientras, los mayores morían en nuestras residencias y sus trabajadores se dejaban la piel. Al fin, es la diferencia entre ser útil o ser… ¿inútil? No, peor.

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