Al contrataque

Otro Sant Jordi

¿Y si en vez de colas y de miles de autores, los escritores tuviesen auténticas citas -aunque solo fuesen de cinco minutos- con sus lectores, pequeños encuentros en los que tal vez también el lector se pudiese sentar?

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Milena Busquets

Milena Busquets

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¿Y si lo normal en Sant Jordi no fuesen las calles desbordadas de gente que casi no puede ni caminar entre cientos de casetas pegadas las unas a las otras?

¿Y si en vez de colas larguísimas y de miles de autores, los escritores tuviesen auténticas citas -aunque solo fuesen de cinco minutos- con sus lectores, fijadas con antelación, pequeños encuentros verdaderos en los que tal vez también el lector se pudiese sentar? (Siempre me he sentido incomoda sentada detrás de una mesa con una fila de personas de pie enfrente de mí, mi instinto es levantarme). Y tal vez el autor podría ofrecerle un vaso de agua al lector y unos minutos de sombra debajo de un toldo o de una sombrilla.

Y las calles de Sant Jordi, las más bonitas de cada ciudad, aireadas y espaciosas, podrían pasearse y no recorrerse como un rebaño de ovejas. En los puestos de libros no solo habría novedades o libros súper mediáticos, también habría clásicos, literatura de la que te atraviesa el corazón. Y libreros y editores tendrían tiempo de hacer recomendaciones. Habría puestos de libros y puestos de rosas y entre ellos quioscos de limonada (o de limonada con ron para los adultos) para aliviar el calor.

Las rosas vendidas el día de Sant Jordi no se marchitarían al día siguiente, serían rosas de verdad, olerían a rosa, durarían unos días. Las calles serían de los enamorados (porque Sant Jordi en Catalunya es también el día de los enamorados) y los padres podrían llevar a sus hijos pequeños al centro de la ciudad sin miedo a perderlos entre el gentío. Habría puestos de libros infantiles, mostradores cubiertos de cuentos bellamente ilustrados.

No habría multitudes (tan demodé lo de las multitudes, tan 2019), solo escritores, lectores, editores, libreros, paseantes, enamorados y niños. Haría sol, pero el calor sería perfectamente soportable porque no habría aglomeraciones ni carreras (y por los puestos de limonada recién exprimida y por el ron). Se venderían muchos libros de muchos autores diferentes que luego se seguirían vendiendo durante todo el año.

El Sant Jordi de este año será sin duda un Sant Jordi distinto, ¿podemos hacer que sea mejor?

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