Una historia emotiva

Salvar al doctor Chalco

Es uno de los pocos médicos que siguen internados en una uci, donde lleva ya 80 agónicos días. Salvar al doctor Chalco es ahora una responsabilidad compartida

Concentración de sanitarios

Concentración de sanitarios / periodico

Juli Capella

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Me llama mi amigo Valentín, médico de urgencias que ha estado en el fregado del covid-19 en primera línea de fuego –de momento indemne– y me dice, “hay que salvar al doctor Chalco. Hay que evitar que tiren la toalla. Es una cuestión de honor”. Me suena al operativo para salvar al soldado Ryan. Es un colega suyo, de los pocos doctores que siguen internados en una uci, donde lleva ya 80 agónicos días. La historia del médico Rafael Chalco es emotiva: de origen argentino, su especialidad era precisamente intensivista en las ucis, ese enjambre de cuidadores que te miman sin descanso. Hace un año vino a España contratado por el Hospital de Martorell como médico internista.

Recientemente, en la Navidad, había venido su familia desde Argentina a visitarlo, su mujer y sus cuatro hijos de 19, 17, 4 y 3 años. Una quinta hija había muerto en un accidente. Les gustó España y querían quedarse a vivir aquí. La epidemia se disparó a mediados de marzo y a él le tocó bregar con pacientes que llegaban a carretadas ante una epidemia de dimensiones inauditas. El día 28 cayó enfermo con síntomas de covid-19 –por la caridad entra la peste, se dice– y se lo llevaron al Hospital de Bellvitge intubado. Y hasta la fecha. De repente todo había dado un macabro quiebro. La vida del padre, dedicada a salvar vidas, se vio truncada por el bicho pelotudo. La madre también se contagió y los hijos estuvieron solos varios días. Ahora temen un triste desenlace del padre. Y la consiguiente situación de desamparo, la burocracia es muy fría y las instituciones asépticas. ¿Qué les espera si no sale de esta?

Les hemos estado aplaudiendo cada noche a las ocho, mientras la Administración los había desatendido y atornillado durante muchos años. 51.800 sanitarios se han contagiado de covid-19 en España, un 21,3% del total, cifra altísima, que demuestra su exposición a la enfermedad, sin apenas refuerzo ni descanso y sin los pertinentes equipos de protección. Dejados a su suerte, envolviéndose en bolsas de basura e improvisando caretas con dosieres de plástico.

Salvar al doctor Chalco, como a cualquier otro ser humano, es ahora una responsabilidad compartida. Quid pro quo. Hace unos días le pusieron unos audios de su prole animándole y cantándole, enseguida experimentó una mejora, movió las manos e hizo gestos. Pero no ha sido suficiente. Además de la ciencia, tal vez, si pudiese sentir caricias en su piel, oír música relajante y notar la presencia de su familia, el milagro podría obrar. Son técnicas de HU-CI, el proyecto de humanización de los cuidados intensivos, que dirige el doctor Gabriel Heras, concienciado de que “los cuerpos duelen, pero las almas sufren”. El uso de terapias adicionales puede ser decisivo, “en mi uci he visto llevar el compás por bulerías a pacientes que un minuto antes parecían estar despidiéndose de este mundo”. No te vayas, Chalco, ya te han conectado un ECMO para respirar mejor y llegan más refuerzos. No de los generales, pero sí de toda la tropa en tu auxilio.

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