ANÁLISIS DEL REGRESO DE LA LIGA

El resultadismo y el cabreo de Zidane

Zinedine Zidane, en una de las pausas del Real Madrid-Eibar.

Zinedine Zidane, en una de las pausas del Real Madrid-Eibar. / periodico

Emilio Pérez de Rozas

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Ya corre el balón, ya se cuelan los espontáneos provocando el único cabreo importante del mandamás Javier Tebas, ya han empezado a cambiar los resultados (cuatro victorias locales, tres triunfos foráneos y tres empates) y ya empiezan a trabajar los entrenadores con la calculadora o, mejor aún, los preparadores físicos y los doctores, temerosos todos ellos ¡y mucho! de que se lesione algunas de sus estrellas. El consejo que se repite en los vestuarios es ¡ojito con éste!, hay que dosificarlo.

Ha sido suficiente una jornada, ¡una!, para que todo el mundo, todos los tertulianos, todos los críticos, todos los comentaristas, acepten, aprueben e, incluso, hasta defiendan el resultadismo, algo que muchos divinos de este maravilloso fútbol consideran el mayor de los pecados.

La prudencia de Setién

El comportamiento del Barça en el Visit Mallorca Estadi tuvo mucho de comodidad, casi de indolencia, de viaje exprés para ganar y regresar a casa sin desgaste, pero es que la segunda parte del Real Madrid, que también, sí, sí, justificó buena parte de la crítica e hinchada merengue, fue realmente lamentable y así se lo hizo saber el propio Zinedine Zidane a sus jugadores, en la pausa de descanso del minuto 75, cuando les gritó a la cara “¿qué queréis que nos metan el segundo?”

Lo cierto, y lo ha vuelto a repetir Quique Setién en la conferencia de prensa de hace unos minutos, es que solo hay dos objetivos en este reinicio extraño, diferente, del campeonato: ganar y desgastarse lo mínimo posible. Ganar para lograr el objetivo deseado (sea título, Champions, Europa League o salvación) y desgastarse lo mínimo posible porque los partidos son muy seguidos, hay peligro de lesión tras el largo parón por la pandemia y los entrenadores quieren tener frescos, limpios y recuperados a sus hombres claves.

Domingo casi decisivo, dicen

De momento no hay público y, por tanto, los técnicos pueden hacer lo que quieran en cuanto a cambios, dosificación de estrellas y, sobre todo, como ocurrió en el juego de Barça y, repito, muy especialmente del Real Madrid, incluso tolerar un punto de relajación, hasta desinterés, de dejadez vamos, de conservadurismo y escaso esfuerzo físico que, con los aficionados delante, tal vez  no se atreverían o se ganarían más de una pitada.

Es una minitemporada, son 10 partidos y todos se juegan demasiado como para seguir defendiendo que lo más importante es jugar bien, lucir, gustar, ser atractivos y alcanzar el triunfo a través de la excelencia. No, no, no, los entrenadores y, por lo visto, toda la crítica, comentaristas, tertulianos y opinólogos parecen dispuestos a tolerar, a permitir e, incluso, elogiar, que los grandes levanten el pie del acelerador en cuanto encarrilan con comodidad el 75% de sus partidos en espera de los duelos que van a decidir el título, por ejemplo, este mismo fin de semana: viernes (22.00 horas) Sevilla-Barça y domingo (22.00 horas) Real Sociedad-Real Madrid.

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