La clave

El plato de madera

Los viejos son el senado de la sociedad y el trato que reciben da la medida de nuestra humanidad

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Rafael Jorba

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Mi madre me contaba el cuento del plato de madera. Lo he recordado estos días. Trata de niños y de viejos, dos de los eslabones débiles de la pandemia. Los niños no han podido ir a la escuela, la cuna de la república, espacio de instrucción y aprendizaje del oficio de ciudadanos. Los viejos forman parte de la llamada 'población de riesgo' y algunos de ellos no han recibido el trato que merecían.

Les resumo la historia del plato de madera. El escenario era una vieja masía. Convivían tres generaciones. Los protagonistas: el abuelo, el hijo -el ‘hereu’- y el nieto. El paso de los años deterioró la salud del abuelo, otrora el puntal de la familia. Le temblaba la mano. Una noche, sentado en la mesa, perdió el control y rompió el plato en el que se servía la sopa.

La reacción del hijo fue fulminante: apartó al abuelo de la mesa y lo sentó en un rincón, con un plato de madera. El nieto aprendió pronto la lección. Días después, cuando su padre volvía del campo, se encontró al hijo sentado en un banco de piedra junto al portal. Tenía en sus manos un cuchillo y un trozo de madera.

“Qué estás haciendo”, le preguntó. “Estoy tallando un plato de madera, como el que le has dado al abuelo, para cuando seas viejo”, respondió el niño. El padre se dio por aludido: ordenó que el abuelo se sentara de nuevo en la mesa, junto al resto de la familia. Los dos platos de madera -el del abuelo y el que tallaba su nieto- ardieron aquella misma noche en la chimenea.

Moraleja: la tragedia vivida en algunas residencias de ancianos no es solo responsabilidad de los centros -privados o públicos-, de las autonomías -titulares de la competencia-, del Gobierno central -responsable ‘in vigilando’-, sino que nos interpela a todos. De los viejos, los consejos. Son el senado de la sociedad y el trato que reciben da la medida de nuestra humanidad. Pensemos en aquel plato de madera.

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