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Virtual más real

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Xavier Bru de Sala

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Ya que la memoria es huidiza, caprichosa, restringida y rebelde, hay que aprender a domesticarla si queremos ponerla al servicio de la sensibilidad y la experiencia estética. A este fin, ahora que reabren los museos, puede ser útil la fórmula virtual+real+virtual. Primero una visita virtual preparatoria para obtener luego mayor provecho de la visita real que, de regreso a casa, reforzaremos con una nueva visita virtual. Ninguna obra de arte condescenderá a hablarnos si no cumplimos el requisito previo de hacerle unas cuantas visitas. Si no la individualizamos y nos familiarizamos con ella se queda muda, inerte y se niega a expresarse de forma particularizada, es decir, a formar parte de nuestra intimidad.

Ahora que reabren los museos puede ser útli la fórmula de visitar virtualmente las obras antes y después de verlas en sala

Como por otra parte es inútil y contraproducente cualquier pretensión de abarcar y aprehender, no la totalidad de un museo sino un número de obras superior a la docena en pocas horas, continúa vigente la sabia recomendación de Alexandre Cirici. El crítico más sagaz y heterodoxo proponía un método de visita que sustituyera la generalización de la mirada por la detección de las piezas que nos llaman, que apelan a la intransferible sensibilidad de cada uno. Sin ser por fuerza las más famosas, son estas las que, mediante el ejercicio de la 'evisitación', pueden ingresar en la colección particular que una memoria entrenada nos proporcionará a cambio, no de rascarse el bolsillo quien lo tenga lleno, sino de un esfuerzo tan gratificante como el de ejercitar el gusto y educar la memoria.

No queramos, sobre todo, hacer como aquel amigo de juventud que, rodeándose de un halo de miedo tan esnob como insuperable a los viajes se quedó en la superficie del arte que es todo lo que entonces ofrecían las imágenes impresas. Por muchas visitas en 3-D que nos ofrezcan los museos, el diálogo auténtico con una obra de arte, con cada obra de arte a la que nos queramos aproximar e incluso amar, pasa forzosamente, como entre las personas, por el encuentro presencial, el cara a cara, el tú a tú de verdad, la fructífera magia a dos en la sala del museo.

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