EL TABLERO CATALÁN

Laura Borràs, un 'bocadillo' más para ERC

Los republicanos creen que hagan lo que hagan con el suplicatoio pueden perder apoyo popular

Laura Borràs y Quim Torra, en una reunión de JxCat.

Laura Borràs y Quim Torra, en una reunión de JxCat. / periodico

Josep Martí Blanch

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"El 'caso Laura Borràs' es el de un conductor temerario cazado a 150 kilómetros por hora por la autopista y que ahora pretende evitar la multa argumentando que no hay para tanto porque son muchos los automovilistas que conducen a igual velocidad”. La comparación la hace por teléfono un destacado miembro de ERC, partido que anda estos días dándole vueltas a cómo debe actuar ante la votación del suplicatorio en el congreso para que el Tribunal Supremo pueda continuar la causa contra la portavoz de JxCat en el Congreso por los presuntos delitos de malversación, prevaricación, fraude y falsedad documental.

Como el suplicatorio va a salir adelante, con o sin el voto favorable de los republicanos, el dilema de ERC se sitúa únicamente en el valor simbólico de su decisión. Si se niegan, una parte de su electorado -la más izquierdista- puede molestarse por la negativa a permitir que la justicia siga su curso ante las sospechas explícitamente documentadas de, como mínimo, malas prácticas administrativas por parte de la diputada Borràs cuando dirigía la Institució de les Lletres Catalanes.

Si por el contrario se muestran favorables a la petición del Tribunal Supremo, sus votantes  fronterizos con JxCat, que son multitud, pueden entenderlo como un blanqueo del Tribunal Supremo, el mismo que juzgó a los líderes del 'procés', y castigar a los de Oriol Junqueras por dar alas a la persecución política de una diva del soberanismo con la intención de sacar ventaja partidista.

Este es el tipo de bocadillo en el que vive atrapada la dirección de ERC y en el que va a continuar entrampada hasta que Catalunya celebre elecciones el próximo invierno. La decisión del Tribunal Supremo, fijando para el próximo 17 de septiembre la vista para resolver el recurso presentado por el presidente de la Generalitat contra la condena del TSJC de un año y seis meses de inhabilitación, despeja de manera definitiva el calendario.

No hay posibilidades reales de que el Parlament invista un nuevo 'president' para sustituir a Torra, probabilidad que se baraja desde el entorno del Palau de la Generalitat como un escenario plausible cuando se habla con periodistas. Pero a lo sumo esta opción sólo será planteada por JxCat (sin convicción ni voluntad real alguna de que suceda) en la medida que sirva para chantajear a los republicanos, obligándoles a retratarse para poder construir la narrativa que los de Oriol Junqueras se pliegan una vez más a los designios de la justicia española, que pone y quita presidentes a su antojo.

Intentar investir a alguien sin conseguirlo facilitaría la construcción de un argumentario capicúa de la deslealtad de los republicanos para con el soberanismo: empezaron por impedir la investidura de Carles Puigdemont -utilizando al presidente del Parlament, Roger Torrent, como ariete- y acaban aceptando que sea el TS quien ponga punto final a la legislatura catalana.

Tampoco nadie cree ya, incluyéndole a él mismo, que Quim Torra, a diferencia de la convicción con la que trasladaba esta idea al inicio de la legislatura, vaya a parapetarse tras el sillón presidencial cuando llegue la inhabilitación definitiva. Ni un solo miembro de su gobierno le seguiría en tal empeño. Así que votaremos en invierno.

La estrategia electoral de JxCat, aun sin candidato, está ya definida. Va a sumar nuevos mártires al proceso – los últimos en llegar a la galería serán Torra y Borràs- y a confrontarlos con la supuesta bisoñez de ERC, artífice de una estrategia de apaciguamiento con el gobierno central que para los junteros no lleva a ninguna parte y que sólo puede catalogarse de rendición sin condiciones y abandono del objetivo de la independencia.  Como quiera que los de Puigdemont son también conscientes que la crisis sanitaria y económica puede obligar a colocar algún señuelo que vaya más allá del independentismo para convencer a algunos votantes, la estrategia se complementará acusando a los republicanos de no ser el tipo de gente en el que uno confía cuando las cosas de comer se ponen feas de verdad.

A los republicanos, aún con las encuestas a su favor, el partido se le está haciendo largo. El principal logro de su estrategia, la mesa de negociación del 'procés', está entre paréntesis por culpa de la pandemia y sin posibilidades de avances concretos en el corto plazo. Pero además, el idilio entre Sánchez y Arrimadas enfría las expectativas del grupo que encabeza Gabriel Rufián de convertirse en el gran 'influencer' del Congreso. ERC va a necesitar pronto alguna baza a la que poder agarrarse para poder resistir a los sucesivos oleajes que van a provocarse desde JxCAT. Lo malo, para sus intereses, es que ya no está en su mano aprovisionársela.

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