EL ESCENARIO POLÍTICO

La derrota de Pablo Casado

Pedro Sánchez observa a Pablo Casado, en el Congreso de los Diputados, el 20 de mayo

Pedro Sánchez observa a Pablo Casado, en el Congreso de los Diputados, el 20 de mayo / periodico

Joaquim Coll

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Todas las encuestas coinciden en que el PP remonta y se acerca en intención de voto al PSOE, que desciende levemente. Eso parecía avalar el tipo de oposición dura de Pablo Casado y le situaría en mejor posición que antes del estallido de la pandemia. Pero ese crecimiento se produce básicamente en los caladeros de Vox, mientras Cs no solo aguanta sino que repunta tras el cambio de estrategia. En realidad, el líder del PP no está mejor, sino que su liderazgo se enfrenta ahora a más dificultades tanto externas como internas. Lo principal es que la crítica encarnizada contra Pedro Sánchez, que le ha sido útil para morder en la extrema derecha, ha fracasado en su propósito esencial. Ni el Gobierno ha descarrilado en la crisis sanitaria, ni se ha roto la coalición gubernamental, ni el PSOE se hunde en intención de voto, ni hay una convocatoria de elecciones generales a la vista.

El Gobierno ha logrado aprobar todas las prórrogas del estado de alarma con mayoría absoluta, pese a lo agónicas que fueron algunas negociaciones. Tiene ahora mismo bien encarrilado el decreto sobre la "nueva normalidad" con los apoyos tanto del PNV como de Cs (sin que ERC sea ya imprescindible), y sus medidas sociales recogen un respaldo en la calle muy amplio hasta el punto que el PP se ve obligado a votar a favor del ingreso mínimo vital. El balance de estos tres meses le permite al Ejecutivo jugar con una geometría variable en el Congreso impensable en la investidura de Sánchez. En definitiva, se le abre la posibilidad de una legislatura larga si se aprueban los Presupuestos y el plan europeo para la recuperación se acuerda rápido y es tan ambicioso como se espera. 

A esas dificultades externas se añaden las internas para Casado. En la primera junta nacional de su partido tuvo que defender con ahínco su estilo de hacer oposición, denunciando que el PSOE intenta dividirlos entre "duros" y  "blandos". Con ello estaba reconociendo que este tiempo le ha pasado más factura a él que al presidente del Gobierno. "Se pretende crear la idea de que el problema del PP se expresa en una tensión entre radicalidad y moderación, entre halcones y palomas, pero es un falso debate", afirmó pidiendo a los suyos que no se dejaran "engañar por la estrategia de división" de Sánchez. Así pues, Casado se enfrenta a su primera derrota en la oposición cuando ante la crisis socioeconómica más grave de los últimos 80 años lo que está en duda es su estilo. Es evidente que barones moderados como Alberto Núñez Feijóo o Juanma Moreno no se sienten cómodos. También que su presidenta autonómica favorita, Isabel Díaz-Ayuso, no ha sido modelo de nada en esta crisis sanitaria hasta el punto que su relación con Cs en el gobierno madrileño puede acabar en elecciones anticipadas. Y si en Galicia Feijóo refuerza su mayoría en las elecciones de julio, es probable que más tarde quiera dar el salto a la poel lítica nacional tras más de diez años de presidente de la Xunta. En 2018 no quiso liderar el PP cuando todos se lo pedían, pero si la legislatura en España llega hasta el 2023, Casado tendrá que vigilar muy bien su espalda.

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