Dos miradas

La camisa de Pujol

El verde andorrano embadurnó de tal manera la prenda, que el 'expresident' no la puede lucir a sus 90 años

Jordi Oujol y su mujer, Marta Ferrusola, en un acto por los presos del 1-0, en la basílica de Montserrat, el 5 de octubre del 2019

Jordi Oujol y su mujer, Marta Ferrusola, en un acto por los presos del 1-0, en la basílica de Montserrat, el 5 de octubre del 2019 / periodico

Josep Maria Fonalleras

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Si te equivocas y pones en la lavadora, con la ropa blanca, una pieza de color verde, por ejemplo, hay un elevado porcentaje de posibilidades de que las camisas se vuelvan verdes. Más aún. Peor. Que sean manchas verdes, que haya una mezcla de blanco desteñido, de franjas verdes y de minúsculas zonas que, al azar, han conservado el blanco original. Entonces, cuando observas la camisa limpia, compruebas que ya no te la podrás poner nunca más, que deberás hacerla añicos para que sean paños de cocina o que, como mucho, la podrás lucir en la más estricta intimidad, si es que tienes que repintar la casa, por ejemplo.

Cuando Jordi Pujol colocó la camisa en la lavadora (¡es una metáfora!: no me imagino al Pujol real en estos quehaceres domésticos), puede que no tuviera en cuenta que la corrupción desteñiría tanto. Ya no era blanca del todo (hay visiones discrepantes sobre su trascendencia política: desde el Mesías redentor hasta la construcción de la idea falsa de un país robusto que no fue sino un vulgar comedero), pero el verde andorrano la embadurnó de tal manera que no la puede lucir, a los 90 años, si no es en el castillo encaramado en la miseria moral donde vive recluido.

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