DOS MIRADAS

Sapo y paella

Ya que la pornografía tiene unos límites físicos, Nacho Vidal es ahora es "terapeuta espiritual", un negocio más adecuado a su edad y a sus prestaciones

El actor pornográfico Nacho Vidal

El actor pornográfico Nacho Vidal / periodico

Josep Maria Fonalleras

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Sigo con un interés casi enfermizo la exclusiva que Teresa Domínguez está publicando en el diario 'Levante' sobre la ceremonia esotérica que ofició Nacho Vidal y que terminó con la muerte del fotógrafo que se sometió a la inhalación de vapores de veneno de sapo, el bufo alvarius del desierto de Sonora. Ya que la pornografía tiene unos límites físicos, el famoso actor ahora es "terapeuta espiritual", que parece que es un negocio más adecuado a su edad y a sus prestaciones.

La cuestión es que Ignacio Jordá, que es su auténtico nombre, más allá de la antigua efervescencia sexual, fumó hace tiempo esa cosa chamánica y su cuerpo "se convirtió en luz". "Y yo era luz, yo era el universo". Lo hizo y cuenta que se murió y que resucitó y que "no existe una palabra para definir" lo que le pasó. Y luego ofreció la experiencia a otros, como el malogrado fotógrafo, que murió, pero que no ha resucitado.

Con solo contemplar el sapo, de lejos, ya te imaginas que aquello no puede ser ni bueno ni saludable. Eso sí, parece que Vidal, después del rito, tenía previsto ofrecer una paella a todos los acólitos. Qué detalle. Una vez descubres que eres el universo, nada como una paella.

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