La clave

El temple de "don Salvador"

El ministro Illa no se ha ahorrado las críticas, pero se ha ganado el respeto

El ministro de sanidad, Salvador Illa, durante la rueda de prensa en la que han informado de la reunión del jefe del Gobierno, Pedro Sánchez, con los presidentes autonómicos, el 17 de mayo

El ministro de sanidad, Salvador Illa, durante la rueda de prensa en la que han informado de la reunión del jefe del Gobierno, Pedro Sánchez, con los presidentes autonómicos, el 17 de mayo / periodico

Rafael Jorba

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En la rueda de prensa posterior al Consejo de Ministros de hace una semana un periodista de la COPE dirigió su pregunta a “don Salvador”. Su destinatario era el ministro de Sanidad, Salvador Illa i Roca, uno de los catalanes que más poder ha acumulado en el Gobierno de España desde la Transición. Tiempo habrá para evaluar su gestión, pero se le recordará por su temple.

Dos ejemplos. A la pregunta de un periodista holandés sobre si había pensado aplicar el “confinamiento inteligente”, Illa respondió: “En materia de ejemplaridad, responsabilidad y civismo, nadie puede dar lecciones a los españoles”. Una diputada del PP criticó su reacción lenta ante la pandemia y el ministro replicó: “Predecir el pasado es muy sencillo y la quiniela, el lunes, la acertamos todos”.

El temple de “don Salvador” responde a su formación y a su trayectoria política. Es licenciado en Filosofía y tiene un máster en Dirección de Empresas, es decir, aúna capacidad de reflexión y de gestión. Fue alcalde -la mejor escuela política- de la Roca del Vallès tras la repentina muerte de su titular, Romà Planas i Miró.

Planas -hijo del exilio- militó en el MSC y colaboró con el 'president' Tarradellas. “Illa entronca con dos linajes nobles del catalanismo moderno: el socialismo de Reventós y Obiols, y el republicanismo de Tarradellas. Incorpora una concepción institucional de la actividad pública, donde la conducta de los individuos es la primera exigencia de su condición ideológica”, escribe Juan Rodríguez Teruel.

Cuando todo se derrumba, quedan las buenas maneras. Sí, “don Salvador” las ha mantenido. No se puede decir lo mismo de todos los ministros. También ha tenido presente aquella enseñanza de Tarradellas tras su elección en 1954. “Qué piensa hacer”, le preguntó un político francés. “Todo, menos el ridículo”. Illa no se ha ahorrado las críticas, pero se ha ganado el respeto.

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