El pico de la 'V'

La cascada de últimos indicadores económicos apuntan cada día que abril marcó el punto más agudo de la devastación, con datos históricos récord que nadie quiere volver a ver en un futuro próximo ni lejano, mientras que en mayo empezó a entrar el aire fresco.

Las cifras han confirmado que abril fue el primer mes de la historia con cero turistas y cero euros de ingreso.La industria sufrió un desplome desconocido desde 1976. La matriculación de coches se hundió el 96,5% y la compraventa de viviendas registró una caída histórica del 38,3% que no se vio ni en la crisis inmobiliaria, mientras que la venta minorista, sin contar la alimentación, se desplomó el 53,3%.

El mercado laboral encajó a finales de abril el destrozo de casi un millón menos de afiliados a la Seguridad Social y de 600.000 parados más desde mediados de marzo, sin contar los 3,4 millones de personas en ertes.  La recaudación fiscal se hundió en abril el 32% (el 8,4%, sin contar los aplazamientos) y el déficit del Estado se ha multiplicado por 2,5 veces hasta ese mes.

Estas son algunas cifras de la devastación máxima.

Los datos de mayo, sin embargo, permiten coger algo de aire en los pulmones. La verdad es que peor hubiera sido difícilmente posible.

Al calor de la desescalada, en mayo volvió una tímida creación de empleo (casi 100.00 nuevos afiliados en media) y algunos trabajadores (casi 400.000) salieron de los ertes, aunque otros (unos 70.000) entraron ellos y hubo 26.000 parados más. También se moderó algo la caída de las ventas de coches (al -72,7%) y el pésimo indicador de confianza del consumidor de abril (-29,2%) mejoró un poco (-28,8%).

Los centros comerciales y la afluencia a los centros comerciales dicen ir mejor de lo esperado. Eso, sin contar con el llenazo de las terrazas. Y la vicepresidenta económica, Nadia Calviño, aventura que lo peor puede haber quedado atrás. Todo apunta a que el segundo trimestre se saldará con una recesión inédita de dos dígitos (una caída del PIB superior al 10%), pero el pico de la ‘V’ en la que se ha hundido la economía parece haber pasado.

Hay ganas de normalidad. De reconstruir sobre la tierra quemada y curar las heridas que el miedo y la fatalidad han dejado en el alma. De ahí, la prisa del Gobierno por no dejar a España fuera de la carrera mediterránea en la que participan Italia, Portugal y Grecia por los turistas internacionales de este verano. Pero la <strong>torpeza de un anuncio a</strong>presurado de una apertura de fronteras el 22 de junio que hubo que desmentir a las tres horas no ayuda a traer confianza ni a turistas ni a empresarios. Porque el virus sigue aquí. La tierra quemada aún humea en el retrovisor. Y aunque la ‘V’ haya tocado fondo, el riesgo de una ‘W’ otoñal existe. 

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