Un ejemplo del pasado

La parábola de los wari

Tal vez estamos equivocados si consideramos que el grado de desarrollo científico y tecnológico es suficiente, por sí solo, para solventar cualquier adversidad

Una momia wari.

Una momia wari. / periodico

Mariano Marzo

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Permítanme contarles, a modo de parábola, una historia leída recientemente en 'Science News'.

Hace unos 1.400 años, cuando los colonos wari llegaron al Valle de Moquegua, en el sur de Perú, probablemente las personas que vivían allí se temieron lo peor. A fin de cuentas, en su proceso de expansión, el estado de Wari, con capital en Huari, en lo alto de los Andes cerca de lo que ahora es Ayacucho, no había dudado en otros lugares en recurrir a la violencia. Pero esta vez los colonos wari se comportaron de manera inesperada. En lugar de apoderarse del fértil fondo de valle donde se concentraba la población, los recién llegados ocuparon las tierras altas y secas que los pobladores locales no habían sido capaces de aprovechar. Edificaron templos y la sede de su gobierno en la cima de una meseta elevada, hoy conocida como Cerro Baúl, y construyeron canales y acueductos que transportaban el agua mucho más lejos de lo que se había conseguido con anterioridad en el valle. Asimismo, esculpieron las laderas montañosas en terrazas agrícolas, las cuales atrapaban y distribuían eficientemente el agua procedente de la lluvia y de la fusión de nieve. Esta capacidad de transformación atrajo a personas de otras regiones, aglutinando así una poderosa fuerza de trabajo que ayudaba a mantener y expandir la infraestructura hídrica.

En Cerro Baúl se han encontrado algunos de los canales y terrazas wari mejor conservados, aunque también se han hallado restos de sofisticadas infraestructuras en otros lugares, tanto en el corazón del estado de Wari como en varias de sus muchas colonias. Su innovadora ingeniería hidráulica permitió a Wari -el primer imperio de América del Sur según algunos expertos- expandirse y prosperar durante unos 400 años, a pesar de tener que lidiar con un clima a menudo seco y propenso a la aridez. Al parecer, los colonos wari fueron capaces de establecerse en zonas despobladas y hacerlas productivas, de modo que algunos investigadores hablan de una estrategia de expansión wari basada en su superioridad hidráulica.

Las causas del fin

Pero los expertos que estudian el ascenso y la caída del estado de Wari se enfrentan a una incógnita. Su final, hace unos 1.000 años, parece haber coincidido con una severa sequía. Un hecho que parece haberse repetido a lo largo de la historia poniendo punto final a otras civilizaciones. Sin embargo ¿cómo pudo la sequía haber condenado a Wari, una sociedad que se había construido sobre su maestría para aprovechar al máximo unos recursos de agua limitados y que incluso había sido capaz de expandirse durante periodos de aridez anteriores? Para encontrar una respuesta, los investigadores están tratando de reconstruir y entretejer dos narrativas, confusas, fragmentadas y de naturaleza muy diferente: la humana y la ambiental. Como afirma un experto, la historia del clima en los Andes es extremadamente complicada, pero la del comportamiento humano lo es aún más.

En este sentido, las conclusiones alcanzadas sobre la historia de Cerro Baúl parecen sumarse a la visión, cada vez más matizada, que los investigadores tienen sobre el papel jugado por las sequías en el colapso de antiguas civilizaciones en diversas partes del mundo. Hace algún tiempo, la 'sabiduría convencional' decía que la sequía había sido capaz por sí sola de acabar con tales civilizaciones. Ahora, los expertos rara vez consideran la falta de agua como la única causa. Más bien, creen que existe una compleja interacción entre los entornos sociales y naturales, de modo que las sequías actuaban como cuñas que ensanchaban y propagaban las grietas ya existentes en los sistemas políticos y económicos. Así, en el caso de Cerro Baúl, a priori la experiencia hidráulica de Wari tendría que haber permitido a la colonia hacer frente a la sequía terminal, pero si la política no funcionaba, si sus instituciones se estaban desmoronando, la comunidad era mucho más vulnerable. Tal vez, no habría que culpar exclusivamente a la sequía y, quizás, el momento crítico no fue necesariamente cuando los canales se secaron sino el momento en el que la gente perdió la confianza en sus gobernantes y en el sistema de gobierno.

Si cambian la palabra 'sequía' por el de otras calamidades de actualidad y la de 'Wari' por el de otros estados, ¿no creen que la historia narrada resulta plenamente vigente hoy en día y que tal vez estamos equivocados si consideramos que el grado de desarrollo científico y tecnológico de una comunidad es suficiente, por sí solo, para solventar cualquier adversidad?

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