El ingreso mínimo vital
Ahora somos un país más decente
Investigaciones en varios países desmienten que si la renta mínima es permanente los beneficiarios se acomodan y no buscan empleo
Antón Costas
Presidente del Consejo Económico y Social de España (CES)
Antón Costas
Fue como una epifanía, una revelación. Estaba viendo un programa sobre personas que viven en la calle. Entrevistaban a una mujer joven a la que una organización privada de ayuda a los sintecho había otorgado una vivienda. El periodista le preguntó qué significó para ella esa vivienda. Su respuesta fue para mí inesperada y reveladora: “Tener una puerta”, contestó.
Una puerta te permite conservar la intimidad frente a la mirada extraña, tener un lugar para guardar los objetos personales; evitar el abuso y la agresión, recobrar la dignidad como persona. La mujer acabó diciendo: “Ahora podré encontrar trabajo”.
El vínculo entre disponer de un techo, autoestima y encontrar empleo es algo que mucha gente no acaba de entender. Es más frecuente pensar que primero es el trabajo y lo otro viene a continuación. Pero, en realidad, es más probable que un empleador te contrate cuando vea que tiene delante una persona que se presenta de forma digna y que tiene autoestima. Pero para lograrlo, necesitas un techo y unos ingresos mínimos.
En todos los países europeos
Por esto estoy contento con la aprobación por el Gobierno de Pedro Sánchez de un ingreso mínimo vital (IMV) permanente. Era la pieza que faltaba en el puzle de nuestro sistema de protección social, una pieza que todos los demás países europeos tienen. Su falta explica en buena parte que España sea el país de la UE en el que más ha aumentado la desigualdad y la pobreza. En particular los hogares en pobreza severa, en los que viven un buen porcentaje de niños mal alimentados y sin oportunidades.
Mi alegría sería completa si, cuando se vote en el Parlamento, todos los grupos políticos de la oposición apoyan ese IMV permanente. Ciudadanos ha dicho que lo hará. El Partido Popular duda entre apoyarla o abstenerse. Vox la rechaza.
El hecho de que sea “permanente” no gusta a algunos de esos partidos, ni tampoco a un buen número de españoles. Una encuesta reciente de la empresa GESOP encuentra que el 71,4% de los españoles considera que ha de ser temporal. El 85,4% defiende también que sea condicionada a la búsqueda de empleo. El argumento es que si es permanente los beneficiarios se acomodan, no buscan empleo y caen en la 'trampa de la pobreza'.
Son opiniones legítimas y, a priori, razonables. Pero las investigaciones llevadas a cabo en muchos países sobre este tipo de programas no apoyan esos temores. Los resultados de los estudios de, entre otros, Esther Duflo, premio Nobel de Economía 2019, sobre estos programas de pobreza son clarificadores. Muestran que, solo cuando las personas que reciben esa renta mínima tienen la seguridad que se va a mantener durante un tiempo, entonces se producen dos efectos benéficos. Por un lado, esas personas tienen una probabilidad más elevada de encontrar empleo. Por otro, la mejora de salud, educación y oportunidades de los niños que viven en esos hogares es extraordinaria.
Las ayudas que hacen caer en la trampa de la pobreza son las que están condicionadas a la búsqueda de empleo. Para ver por qué, imagine que usted ha solicitado una de estas rentas autonómicas y que después de cuatro meses le conceden una por una cuantía de 400 euros. Posteriormente le ofrecen un empleo temporal de 800 euros. Si no lo acepta los demás pensaremos que usted ha caído en la trampa de la pobreza. Pero puede ser que haya razonado de esta forma: si acepta el trabajo, gana 400 euros más al mes. Suponga que trabaja tres meses (es la duración media de los trabajos temporales). Habrá ganado 1.200 euros más de lo que habría recibido por la renta. Pero al quedarse sin trabajo pueden pasar otros cuatro meses antes de que le vuelvan a incorporar al programa. Durante estos cuatro habrá perdido los 1.600 euros que le daba la renta de inserción. No le habrá valido la pena aceptar el trabajo. Pero le acusaremos injustamente de haber caído en la trampa de la pobreza.
Esto es lo que resuelve el nuevo IMV diseñado por el ministro José Luis Escrivá. Al hacer compatible trabajar con seguir recibiendo la renta hasta el límite que le corresponde, ahora podrá aceptar el trabajo sin miedo a quedarse sin nada y volver a caer en la indigencia. El IMV es una trinchera contra la pobreza severa y un estímulo a buscar un trabajo que le reporte más ingresos y autoestima. Ahora somos un país más decente.
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