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Sánchez toma algo de aire

La aprobación del último estado de alarma muestra cierta resiliencia del Gobierno y la soledad del PP

Ilustración de Leonard Beard

Ilustración de Leonard Beard / periodico

Joan Tapia

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El Congreso votó este miércoles la sexta prórroga del estado de alarma. Ha sido un éxito -casi imprescindible- para un Gobierno acosado y castigado. Primero porque se dice que será la última prórroga, lo que es muy posible porque la pandemia remite mientras que la actividad se recupera con cierta fuerza. Sánchez ha logrado pues ganar estas seis votaciones, pese a estar lejos de tener mayoría, y a que el PP, el primer partido de la oposición, ha intentado convertir las últimas votaciones en mociones de repulsa al Ejecutivo.

Además, el Gobierno ha tenido más apoyos que las dos veces anteriores. No solo ha mantenido el de dos partidos tan distintos como el PNV Cs, sino que ha recuperado la abstención de ERC, que en las dos últimas prórrogas votó 'no'. Así recupera el bloque de la investidura y al mismo tiempo suma a Cs, que hasta hace poco parecía teledirigido por el PP. 

Mayorías variables

Un buen encaje de bolillos. Pero el Gobierno sigue en minoría. Lo máximo que obtiene de ERC, cuyo primer objetivo son las elecciones catalanas, es la abstención. Y el voto de Cs -como dijo Edmundo Val, su portavoz- no es un voto a Sánchez, al que repudian y del que se distancian, sino a lo que creen (y tienen razón) algo necesario: el estado de alarma. Eso sí, el Gobierno muestra que sabe obtener mayorías variables mientras el PP se queda aislado con Vox... y con JxCat.

Pero el frentismo sigue ahí. Y es estéril porque es media España contra la otra media, lo que en un momento de gravísima crisis es poco menos que suicida. Pero hay que levantar acta de dos excepciones, la del PNV y la de Cs, que se separan de los bloques y aseguran que no votan a favor del Gobierno sino a lo que creen más conveniente. Y lo vienen haciendo desde el primer día. Pero, seamos claros, es difícil que la mayoría de la investidura (que no es una mayoría auténtica) se pueda ampliar hacia el centro. Los discursos de Rufián y de Edmundo Val así lo indican. ¿Bueno? ¿Malo? Es lo que hay.

El acento sensato del PNV se extiende incluso -aunque menos- al de la portavoz de Bildu. Las elecciones de Euskadi hacen que el PNV y Bildu se disputen un terreno central y de cierta entente con Madrid. Justo lo contrario a lo que pasa en Catalunya. Es lo que hay.

Pero la victoria de este miércoles no borra los errores y los problemas de Sánchez. El contencioso de la reforma laboral sigue ahí. Y la ofensiva contra el Gobierno por la gestión del 8-M sube de tono con las actuaciones -algo sorprendentes- de una juez de Madrid y con la reacción subsecuente del ministro del Interior cesando a Pérez de los Cobos. La derecha (y Cs) piden la dimisión de Marlaska. Y el ministro del Interior -que resiste- está en difícil posición. Es acusado de todo. Parece seguro que actuó con más precipitación que temple.

Sánchez sobrevive. Sabe hacerlo. Y la aprobación del ingreso mínimo vital ha sido una medida relevante que tendrá práctica unanimidad. Pero gobernar la crisis actual exige más. Lo primero, una mayoría para el presupuesto del 2021. No se puede seguir con el del 2018 de Cristóbal Montoro.

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