Ideas

Anatomía del privilegio

Es difícil explicarle el privilegio a quien nació con él bajo el brazo, como si fuese una extensión de sí mismo

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Mónica Vázquez

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Este mundo está diseñado para unos pocos. Nos gusta pensar, ilusos de nosotros, que el sistema está roto, y que aquellos que se caen entre las rendijas de este suelo medio podrido que tan sólo sostiene la existencia de unos pocos, son los menos. Nos gusta pensar que aquella porción del mundo que dejamos atrás constituye una pérdida que podemos asumir y la disfrazamos de normalidad y decimos, sin pensar, que la vida es cruel, que la vida es letal. Nos engañamos a nosotros mismos con tanta eficacia, que hemos olvidado hacer el esfuerzo de intentar ver las cosas desde un punto de vista ajeno al nuestro. Hemos caído en la apatía, hijos del privilegio, y consumimos nuestra suerte con ansiedad, como si se fuera a acabar, con el miedo de tener que compartir algo, lo que sea, con los demás.

Es difícil explicarle el privilegio a quien nació con él bajo el brazo, como si fuese una extensión de sí mismo. El privilegio se convierte en un órgano más, mediante el cual descubrimos el mundo, articulamos nuestra realidad, formamos nuestra personalidad y nuestro sentido de la moralidad. Es complicado que, en su madurez, el hijo crecido de esa normalidad entienda la importancia de estudiar la anatomía de su suerte y contextualizarla. En este caso como en muchos otros, la ficción se convierte en la mejor amiga de la verdad. Nos abre puertas y nos asomamos, ficción mediante, a la complejidad de la realidad, y nos lanzamos a explorar conceptos que de otra manera preferiríamos ignorar.

La nueva serie de Netflix, 'Snowpiercer', nos presenta una versión de la historia en el que el planeta ha sucumbido a los ataques de la humanidad, congelándose y llevándose por delante el mundo que conocemos ahora. Las pocas personas que han sobrevivido viajan a bordo de un tren que jamás se para. Diseñado para acoger a la misma élite que destrozó el planeta, recorre vías infinitas sin mirar nunca atrás, y sin prestar atención a los pocos que, sin dinero y sin opciones, se atrevieron a abordar los últimos vagones del tren sin ser invitados. El tren es, como bien dice el protagonista de la serie, una fortaleza para la clase social. Y en ese tren… en ese tren, nos guste o no, vamos todos.

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