MIRADOR

La triangulación de Pedro Sánchez

Se jugará la presidencia cuando se enfrente al presupuesto de la remontada económica y a los pactos de reconstrucción

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Jordi Mercader

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El triángulo ofensivo es la aportación táctica más celebrada de Phil Jackson al baloncesto, con este movimiento (con Jordan y Bryant, claro) arrasó con los Bulls y los Lakers. Pedro Sánchez fue un discreto jugador en Estudiantes pero habrá estudiado las ventajas de la triangulación, pudiendo recurrir a ella para ganar la última prórroga del estado de alarma.

Esta prórroga puede parecer innecesaria porque no ayudará a simplificar el galimatías de la desescalada con sus fases, medias fases y fases modificadas, ni frenará el alegre estado de ánimo de los más olvidadizos del peligro vivido. Ni siquiera se puede presumir eficaz para promover la responsabilidad cívica de mantener la distancia física y las buenas costumbres de higiene. Sin embargo, el éxito de esta votación le viene muy bien al Gobierno de cara al futuro.

Ahora mismo, con el parte médico diario a favor, el presidente Sánchez tiene un objetivo prioritario a corto plazo: que la 'foto finish' de la desescalada se corresponda lo más posible con su discurso base, "entramos unidos y saldremos unidos".

Hace quince días, el Gobierno ganó la votación con Ciudadanos (y con PNV), dejando en el aire la amenaza de ERC de acabar con la legislatura de insistir el PSOE en pactar con Inés Arrimadas, que por su parte señalaba expresamente su propósito de alejar a los socialistas de los republicanos. El "nosotros o ellos" lanzado por unos y otros no cayó en saco roto, aunque la respuesta no ha sido la esperada. El presidente Sánchez ha conseguido un "vosotros y ellos", apuntándose una victoria parlamentaria a un coste asumible que no le aleja de su rumbo y equilibra las lecturas de las concesiones hechas.

El presupuesto

Sánchez se jugará la presidencia cuando se enfrente al presupuesto de la remontada económica y a los pactos de reconstrucción. Una vez conocida la cantidad de dinero procedente de Bruselas, manteniéndose el interrogante de si algún día Pablo Casado se caerá del caballo para ver la luz del sentido de Estado, dando por muy factible el acuerdo con el PNV, la duda a despejar es si podrá mantener la triangulación con Ciudadanos y ERC en la votación decisiva del presupuesto. Está visto que poder se puede, e interesar le interesa aunque no sea imprescindible, lo que está por ver si todas las partes (incluido el PSOE) soportarán la presión de sus adversarios contra esta maniobra.

ERC le salva a Sánchez la cohesión ideológica de su mayoría pero le exige el compromiso de abordar el conflicto catalán desde unos parámetros (algunos estrictamente propagandísticos) arriesgados para el PSOE al que no le puede garantizar tampoco la presencia del PSC en un pacto catalán de reconstrucción liderado por Quim Torra. Ciudadanos abre una brecha ideológica en la coalición de gobierno de mal soportar por Unidas Podemos, sin embargo le complementa a los socialistas su escaso poder en autonomías como Andalucía y Madrid, claves para dar credibilidad a los pactos de reconstrucción. Ahí está el reto de la triangulación parlamentaria.

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