análisis

Cuando las palabras matan

Como empresario, Trump fue investigado por el Departamento de Justicia por no rentar apartamentos a negros ni tampoco permitía empleados negros en sus casinos

Un manifestante se encara que la policía en una protestas en Tucson el pasado sábado.

Un manifestante se encara que la policía en una protestas en Tucson el pasado sábado. / periodico

Alfonso Armada

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Entre no pocos intelectuales se ha puesto de moda despreciar a las novelas. Un desdén que ya esgrimió Josep Pla en 'El quadern gris': “las novelas son la literatura infantil de las personas mayores”. Y sin embargo algunas novelas siguen tallando con más precisión, hondura y belleza que otras formas literarias lo que la realidad es y lo que la realidad parece. Novelas como 'Beloved', de Toni Morrison, que deja una huella indeleble en la memoria del lector que se estremece ante lo que representa el color de la piel en Estados Unidos.

Una de las primeras encomiendas que firmé cuando llegué como corresponsal a Nueva York en 1999 fue una exposición que todavía me conmueve cuando la recuerdo, y no sólo porque atesoro su catálogo. Abrirlo, duele: Sin santuario. Fotografías de linchamientos en Estados Unidos. Llama la atención que a los linchamientos acudía la familia con sus mejores galas. Posaban sonrientes ante sus vecinos convertidos en cadáveres. Hasta se imprimían postales que circulaban por todo el país hasta que el servicio postal tomó conciencia.

En el reverso de una se lee: “Esta es la barbacoa que hicimos anoche. Mi retrato está a la izquierda, con una cruz encima. Tu hijo, Joe”. Joe posa, orgulloso, junto con otros miembros ilustres de la jauría humana, ante los restos carbonizados de Jesse Washington, linchado en Robinson, Texas, el 16 de mayo de 1916. El catálogo termina en 1960. Podría añadir la fotografía del policía blanco Derek Chauvin con su rodilla sobre el cuello de George Floyd mientras inmoviliza al negro sobre el asfalto de Minneapolis. 

Cuando en diciembre de 1993 recibió en Estocolmo el Premio Nobel, Morrison habló del poder del lenguaje para liberar, imaginar y curar, pero también de su cruel potencial de acallar el sufrimiento. Y se refirió a los “infantiles jefes de Estado” que hablan a aquellos que “obedecen, o para obligarles a obedecer”, y añadió: “El lenguaje opresivo hace más que representar la violencia. Es violencia”. 

Balas en la mano

Ante los disturbios desencadenados por la muerte de FloydTrump lanzó un nuevo tuit, uno más: “cuando empiezan los saqueos, empiezan los disparos”. La frase tenía derechos de autor. Fue pronunciada por el jefe de la policía de Miami en 1967. 

Toni Morrison murió en agosto del año pasado. Poco antes escribió en 'The New Yorker' sobre el banderín con el que Trump celebró su llegada a la Casa Blanca: 'Volver a hacer grande América'. En realidad,' Volver a hacer América blanca'. Como empresario fue investigado por el Departamento de Justicia por no rentar apartamentos a negros. Tampoco permitía empleados negros en sus casinos. El lenguaje demagógico, violento, pone balas en la mano de los fanáticos. Una licencia nada poética.

Antes de matar a 22 personas en El Paso el último verano, el asesino anunció que el ataque era una respuesta a la “invasión de Texas por hispanos”. Hispanos calificados por Trump de violadores y delincuentes. Un presidente que para impedir la “invasión” ha hecho del muro fronterizo eje de su mandato. El lenguaje racista como argumento para la negación de otro. Una herida de la que Estados Unidos no se cura. Y el temor, según Toni Morrison, de perder privilegios. Un pasado mítico.

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