DESCONFINAMIENTO PAULATINO
Caracoles de ciudad
Todos los que no estamos hundidos en la pena o las preocupaciones, vamos asomándonos progresivamente a la calle
Núria Iceta
Editora de 'L'Avenç'
Núria Iceta
Aguacero de tarde en Barcelona, típico de la primavera, típico del mes de mayo, y me viene a la mente la imagen de los caracoles que asomarán felices en el campo. Así nos sentimos un poco todos los que no estamos hundidos en la pena o las preocupaciones y vamos asomándonos progresivamente a la calle.
Metimos la cabeza dentro del caparazón como los caracoles, asustados y obedientes, un 14 de marzo, y se hizo el silencio en la ciudad. Sin gente en la calle, con las tiendas cerradas, sin coches, el silencio a merced de los pájaros solo se rompe a diario a las 20.00 horas, ritual de homenaje y encuentro vecinal. Las pantallas nos traen a los que amamos, las emociones de los gestos solidarios, del compromiso de tantos, nos permiten mantener una falsa normalidad.
Los primeros días los informativos intentan mantener un aire de optimismo en el "todo irá bien", las imágenes simpáticas de lo que se inventan las familias para sobrevivir al confinamiento y los inevitables 'memes de las redes. Pero pronto se abren paso las brechas tecnológicas, educativas, de recursos. Los invisibles, los llaman. No son ellos los invisibles, somos nosotros que nunca los hemos querido mirar. Vergüenza de sociedad que acepta la desigualdad sin desescalada.
Siete semanas dentro del caparazón mientras por un agujero veíamos pasar los muertos, las cancelaciones, las residencias, la tristeza, la rabia, el cansancio, el desconcierto, el miedo. Ataques de risa. Llantos. Plegarias. Semana Santa, Sant Jordi... nunca me había sentido tan cerca de los libreros como en estos días que no les hemos podido ver. Por suerte "se aplana la curva" y empezamos a sacar las antenas, por turnos, con mascarilla, con lo que haga falta. Asumiendo una parte de riesgo, con responsabilidad, con ganas, mirando por el rabillo del ojo.
"Calle mojada, caja cerrada". Pero hoy la lluvia tenía otro sonido, nadie ha corrido a casa. El griterío de los niños aún más intenso. Colas en las floristerías. Los caracoles dejan rastro. Queremos verde. Queremos vivir. No lo estropeemos.
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