Ideas

Música desconfinada

Si los futbolistas pueden entrenar en grupos de quince, los músicos de la OBC, el Liceu y la Banda Municipal también deberían poder ensayar por grupos partituras para cuarteto o sexteto o lo que sea

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Xavier Bru de Sala

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Hay lujos al alcance de los que viven del erario público y sacrificios obligados para los que no pueden sobrevivir sin su público. Como un reactivo que pone de relieve una escritura simpática, el virus ha revelado la magnitud del contraste entre la vida regalada de los que ocupan plaza cultural en la administración y las estrecheces de los que se han quedado ya del todo a la intemperie. Mientras los museos en nómina pueden prescindir de los datos de visitantes y mantener las salas desiertas sin ruborizarse, muchos privados deben asumir un cierre sin remisión. Al teatro con mascarilla sólo irán las sobrinas de los funcionarios, y aún si van. 

A diferencia de los museos con escasísima afluencia y los teatros cerrados, la música dispone de una espléndida escapatoria: la calle. En Barcelona trabajan algunos cientos de músicos que viven de nuestros impuestos tanto si tocan o no tocan. Con un mínimo de sentido de correspondencia para con el origen de sus salarios, deberían proporcionar al público, el público general, el clamoroso entretenimiento o la vibración de las cuerdas del alma imprescindibles para el bienestar de toda persona mínimamente sensible. Pues bien, si los futbolistas pueden entrenar en grupos de quince, los músicos de la OBC, el Liceu y la Banda Municipal también deberían poder ensayar por grupos la interpretación de partituras para cuarteto o sexteto o lo que sea.

Si los partidos de fútbol se juegan a puerta cerrada, la música se puede ejecutar extramuros de las salas de conciertos, sobre todo ahora que tenemos buen tiempo. Consta que se multiplican las iniciativas en este sentido, con el Liceu al frente de las inquietudes entre los grandes equipamientos. Si las autoridades municipales barcelonesas no estuvieran traumatizadas por el fracaso del concierto de propaganda al servicio exclusivo de la alcaldesa, harían caso de la imaginativa propuesta de convertir los buses turísticos en espacios deambulantes desde donde difundir todo tipo de música amplificada. Los grupos electrógenos son baratos y los artistas se prestarían por un precio muy módico.

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