ANÁLISIS

La crisis del factor campo

Los jugadores del Bayern, tras el partido ante el Fortuna Dusseldorf, en el Allianz Arena vacío

Los jugadores del Bayern, tras el partido ante el Fortuna Dusseldorf, en el Allianz Arena vacío / periodico

Antonio Bigatá

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La principal consecuencia deportiva del ensayo de la Bundesliga como experimento de un fútbol profesional con gradas vacías es  una gran devaluación de lo que hasta ahora suponía el factor campo propio. En Alemania ha surgido una nueva igualdad. Los equipos de casa ya no ganan ayudados por eso. Es un verdadero cambio. Habitualmente los grandes campeonatos europeos se deciden precisamente en estadios donde los equipos más débiles bien arropados por su público y con el ambiente y la presión a favor logran equilibrar fuerzas con los favoritos. La inexistencia de ese impulso va a ser, junto con cierta frialdad ambiental, junto a un juego algo más blando y menos fiero (las gradas suelen calentar la sangre de los jugadores locales), los elementos más anormales del escenario que también tendremos aquí en las jornadas que decidirán el desenlace de nuestra Liga.

Sigamos con el factor campo. Lo único que perdurará son algunos elementos menores, aunque a veces tienen mucho peso porque permiten picarescas que influyen en la marcha de los partidos. Me refiero a las dimensiones físicas del terreno de juego: los que son más estrechos dificultan los despliegues en amplitud de los equipos que tienen superioridad;  la calidad y altura de la hierba: que condiciona a quienes dominan mejor el balón; los efectos de un riego deficiente o excesivo: eso modifica el bote natural de la pelota... Algunos conjuntos  modestos han hecho del manejo de este tipo de cosas una especie de arte que les ayuda a competir mejor con los adversarios más dotados técnicamente.

Un peaje inesperado

Otro gran factor que influirá en nuestro final de Liga será el poderío físico de los jugadores porque se disputarán encuentros prácticamente todos los días y se reducirá notablemente el tiempo de descanso de los jugadores y el margen de días para la recuperación  de las lesiones menores. También tendrán consecuencias los cinco cambios que podrán hacer los entrenadores en vez de los tres habituales. Todo eso en su conjunto actuará a favor de los equipos con plantillas más numerosas y mejor preparadas físicamente, y también de las que tengan más jóvenes, hombres con más fuerza energética. Estos aspectos no dejan de ser injusticias porque llegan sobre la marcha, sin avisar, modificando las reglas generales que existían al empezar el campeonato. Si un equipo midió ajustadamente lo que presumiblemente necesitaba ahora pagará un peaje por haber sido preciso en ese cálculo, ya que le faltarán bazas.

La desaparición del factor campo después de haber existido en la primera vuelta va contra la equidad, beneficiará a unos y perjudicará a otros. Varias citas importantes de la Liga quedarán desnaturalizadas y alteradas en este tramo final. Me refiero al Sevilla-Barça, al Real Sociedad-Real Madrid, a los Barça-Athletic y Barça-Atlético, así como al Athletic-Real Madrid. Sin público, con la rebaja de los efectos de jugar en casa, se disputarán con una modificación de los equilibrios de fuerzas que iban a tener. Veremos qué ocurre. Pero hay una conclusión previsible que ya puede darse por adelantado incluso antes de que se jueguen estos partidos diferentes:  todos los que no ganen la Liga considerarán que ésta habrá sido una edición muy televisada pero deportivamente tarada y menos valiosa que las demás. El que acabe siendo campeón será  el único que la valorará, y quienes la pierdan nos aturdirán a todos con sus argumentos y excusas.