Análisis

El turismo post-covid-19

La pandemia no ha pasado en balde y acelerará tendencias como la digitalización que requieren fuertes inversiones

Un turista con mascarilla para evitar el contagio por coronavirus, frente a la Casa Batlló, en Barcelona

Un turista con mascarilla para evitar el contagio por coronavirus, frente a la Casa Batlló, en Barcelona / periodico

Josep-Francesc Valls

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Bruscamente, el deprimido sector del turismo se despierta con una agradable sorpresa: los turistas reservan habitaciones y apartamentos para julio, agosto y septiembre. Y a medida que se aclare definitivamente el panorama del desconfinamiento internacional, aumentará el flujo de viajeros, tal vez no para repetir ni mucho menos los niveles anteriores, pero sí para salvar una parte importante de la temporada. 

¿Qué ha ocurrido para que se produzca un cambio tan agradable? Aparece una razón de peso. El turismo se ha convertido para la mayoría de la población europea, desde hace décadas, en un bien de primera necesidad. Crece el número de los desfavorecidos que no viajarán, para quienes la vacación seguirá siendo un bien de lujo este año y los próximos. Sin embargo, no aparecen razones suficientes como para que los que mantienen una disponibilidad económica media o alta se priven de viajar a la segunda residencia, alquilar un apartamento o una habitación hotelera, intercambiar su casa con otra familia. Eso sí, llegarán en automóvil, en auto caravana o en tren más que en avión. Y visitarán más lo disperso que lo compacto.

Habrá, por tanto, viajeros. Menos de los esperados, pero llegarán estas próximas semanas. ¿Nacionales? ¿Internacionales? En determinados destinos, como los catalanes, difícilmente se modificará por arte de encanto la percepción de muchos españoles, a no ser que los afectos sean más fuertes que las fobias impulsando los reencuentros familiares post-pandemia. La cantidad de turistas internacionales dependerá de la capacidad de presentarse como destino refugio. Si ha ocurrido durante las tres últimas décadas, ¿por qué no explicitar los esfuerzos en seguridad sanitaria llevados a cabo estos días por los establecimientos turísticos?

A medio plazo, el año que viene y los próximos, otro gallo cantará. La pandemia no ha ocurrido en balde. Tantos meses de confinamiento han acelerado numerosas tendencias que estaban ahí, pero no acababan de arrancar. El turismo post-Covid será 'slow' (menos agresivo y menos depredador del medio ambiente); 'small' (de espacios y construcciones más pequeños y menos intensivos); de experiencias menos multitudinarias y más íntimas); digital (de comunidades cada vez más intensas entre los productores de los servicios –y toda la cadena de valor- y los viajeros); y más caras. Para este envite, se requieren fuertes inversiones no solo en las medidas sanitarias, sino, sobre todo, en las de innovación en producto, en el contacto directo con los clientes, en las operaciones y en el modelo de negocio.

Hemos sido los reyes del 'low cost' vacacional y urbano, lo cual requiere altas ocupaciones estacionales y bajos salarios. A pesar de ello, hace tiempo que muchas empresas caminan por la otra senda de más valor. En este escenario de cambio radical, aquellos que se vienen preparando, ganarán. Nuevamente es el momento de recordar que lo público y lo privado deben ir mucho más de la mano para la transformación del sector. No existe otro recorrido, si deseamos mantener el liderazgo turístico no en número de viajeros sino en gasto a lo largo de toda la cadena de valor intermediación-transporte-alojamiento-actividades. 

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