al contado

Salarios y trabajo de padres a hijos

El principio esencial del progreso, con jóvenes más preparados que viven mejor que sus progenitores, se empezó a truncar con la crisis del 2008

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Agustí Sala

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Una de las ventajas de un invento como la economía es que sirve para prosperar. Claro, si la cosa va bien, que es cuando se rebosa actividad, las empresas invierten, generan empleo, las familias consumen y se genera riqueza. Y eso se traduce en lo que conocemos como progreso. Si acudimos al diccionario vemos que esta palabra significa "la acción de ir hacia delante". Desde pequeños nos enseñan que lo habitual en este proceso es que los hijos vivan mejor que los padres y, en especial, si están más preparados o mejor formados que estos. 

Pero un reciente estudio del Banco de España, ' Tendencias laborales intergeneracionales en España en las últimas décadas', viene a echar por tierra esa evolución que considerábamos casi como una ley natural, indiscutible como la gravedad. Existen las crisis y los desajustes en el mercado de trabajo, o sea que por más preparados que estén quienes buscan empleo no encuentran propuestas que se ajusten a lo que 'valen' o 'saben'. 

Puede suceder, y, de hecho está empezando a suceder, que los hijos vivan peor que los padres o vayan camino de ello. Y eso inquieta porque rompe el principio básico de ganar terreno en lugar de perderlo con los cambios generacionales. Ese es el principal efecto de lo que conocemos como precarización del mercado laboral, potenciada con la reforma del 2012 del Gobierno del PP, y que viene a concretarse no tanto en más temporalidad al iniciar las carreras laborales sino en una reducción media de la duración de los contratos temporales. Según el estudio, "la disminución es persistente y gradual, y no se observan patrones cíclicos, por lo que este fenómeno parece tendencial". 

También afirma que hasta hace 12 años, "los salarios medios mensuales a tiempo completo presentaban una estabilidad intergeneracional bastante marcada". Pero, la llegada de la crisis en el 2008, "coincidió con moderaciones salariales generalizadas para las nuevas cohortes, que han sido más intensas para los trabajadores más formados". Hasta entonces, las rentas anuales del trabajo de los colectivos menos formados mejoraban y las de los formados estaban estables, pero la crisis lo truncó. Y eso debido "a las menores oportunidades de trabajo, especialmente para los trabajadores con menor nivel de formación, así como la caída de los salarios por hora de los más formados".

Estamos ante un cóctel que conduce a muchos jóvenes a recurrir al diccionario o a los libros de historia para entender lo que significa prosperar, pese a que andan cargados de grados y másters. Señorías, si no querenos frustrar o expulsar del país a las nuevas generaciones, que son el futuro ¿no deberían empezar a buscar soluciones en vez de dedicarse a los insultos y las descalificaciones en el Congreso?

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