Tele
Clásicos modernos
Mikel Lejarza
Doctor en comunicación audiovisual
Mikel Lejarza
Cada generación tiene el reto y casi la obligación de encontrar su propia voz, aquella que le diferencie de quienes le precedieron. De no hacerlo, no pasarán de ser magníficos loros de colores, y nunca serán pájaros cantores de sus propios sonidos y melodías. De ahí que toda nueva generación, lo primero que hace al emprender dicha tarea, consiste en negar por completo los hallazgos de sus antecesores. Por lo que ahora Fleabag es el culmen de la comedia y <em>Friends</em><strong>,</strong> tontorrona; Peaky Blinders la mejor serie de gánsteres porque Los Soprano ha envejecido mal; Los Simpson han perdido el color y ahora lo que seduce es F es por Familia, Mr. Pickles o F es por FamiliaMr. PicklesBojack Horseman Y si discrepas y se te ocurre defender ideas que suenen al siglo pasado o a la primera década de éste, serás tachado de viejuno y tus ideas de antiguas y envejecidas y, por lo tanto, inmediatamente rechazadas; porque el valor máximo ahora y siempre consiste en encontrar historias modernas.
Pero, superados los eslóganes, llegan las preguntas. ¿En qué consiste la modernidad? Son pocos los que se atreverán a definirlo, porque cualquier premisa se desmontará fácilmente a base de citar ejemplos de lo contrario; pero hay un argumento infalible: si se parece a algo del pasado, no es moderno. Y así, cada dos décadas más o menos, esta dialéctica más de postureo que de fondo, protagoniza los grandes debates editoriales del audiovisual. Hace pocos días asistí a un encuentro en el que jóvenes inteligentes descalificaban una serie sobre un atracador porque recordaba a Thomas Crowne y a películas del mismo género del siglo pasado. Enfrente un aturdido veterano recordaba que La casa de papel también giraba en torno a atracos. Mientras los modernos y actuales opinaban que Killing Eve Killing Eve era una muestra de algo diferente, . ¿Cabe algo más veces contado?
Y así hasta el infinito. Aquellos que encontraron su voz solo consideran atractivo lo que se expresa a través de ell,; y los que buscan la suya propia descartan todo lo anterior. La cuestión afecta a críticos convencidos de que tras Van Morrison, Lou Reed y Leonard Cohen no ha pasado nada interesante en la música; a ideólogos de la cultura que creen que la obra de teatro que vieron en un local alternativo el único día que se representó es lo mejor desde Shakespeare, y a multitud de aspirantes al Oscar a la modernidad de las últimas semanas,que interpretan que todo éxito comercial es solo producto de la estupidez humana.
Las estadísticas muestran que, por lo general, lo que funciona tiene más de buen vino clásico en botella de diseño, que vino con sabor a cerveza en botella tradicional. Vean a modo de ejemplo The good fight, una serie de abogados que remite a ideas de los años 70 como L.A. Law pero envuelta en personajes que hablan y se comportan como lo hacemos quienes vivimos en el presente. Quizá se trate solo de eso. Borges dijo que todas las historias estaban en Homero y que solo había que cambiar la forma de contarlas. Es decir, que lo nuevo no es sinónimo de éxito, pero que todo éxito tiene siempre algo de nuevo; que las modas son lo primero que pasan, y que pocas cosas hay tan clásicas como ser moderno.
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