Músicas

Tendremos asociados para siempre estos días a unas músicas que nunca nos dejarán. Cada uno las suyas. Canciones que se nos han hecho familiares, a través de los altavoces de los balcones, arias que sopranos interpretaban desde casa, melodías que la policía municipal emitía desde los coches patrulla. Músicas que recordaremos y que relacionaremos, casi sin querer, con estos meses insólitos.

Cuando las volvemos a oir, azarosamente, escuchadas de fondo en una calle, en una fiesta, en un concierto, volveremos a los días convulsos del 2020. Porque las hemos llegado a odiar o porque nos han acompañado y han suavizado las horas difíciles, sonidos que han sido nuevos o notas que ya sabíamos y que ahora son diferentes, porque han llegado con otro ritmo, con otras compañías. Todo el mundo tiene sus músicas del confinamiento. Yo, por ejemplo, me quedo con dos, tan diferentes. "Si no te hubieras ido", de Marco Antonio Solís (un canto de amor desesperado y un poco kitsch), y, en el otro lado del espectro, la "Sarabande" de Haendel, que salía en un anuncio de Salut (¡y también en Barry Lyndon!). Aquel movimiento pausado, tristísimo, vigoroso, que ya no me abandonará nunca más.

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