LA CLAVE
Un casino con las puertas cerradas
Las redes sociales hoy son tóxicas para la conversación pública porque no se responsabilizan de lo que difunden, pero sí se enriquecen con ello
Joan Cañete Bayle
Subdirector de EL PERIÓDICO.
Periodista y escritor. Transición digital y audiencias. Entre otros trabajos, ha sido corresponsal en Jerusalén y Washington DC. Autor de las novelas 'Expediente Bagdad' (junto a Eugenio García Gascón) y 'Parte de la Felicidad que Traes', y del ensayo sobre el conflicto palestino-israelí 'Muros, bosques, tumbas: Un periodista en Jerusalén'
JOAN CAÑETE BAYLE
En el capítulo 'Añicos' de la quinta temporada de 'Black Mirror', Billy Bauer, el creador de una exitosa y omnipresente red social, confiesa: «Hay que mantener a la gente enganchada (...) como en una especie de casino de Las Vegas con todas las putas puertas cerradas». Bauer se lamenta en el contexto de un episodio dramático, el suyo es el mea culpa que no creo que veamos pronunciar a Mark Zuckerberg (Facebook) o Jack Dorsey (Twitter), el mea culpa de quien ve como su creación es tóxica para la salud, física, mental y democrática.
Twitter alerta ahora por primera vez sobre las falsedades propagadas por Donald Trump en sus tuits. A buenas horas, cuando la difusión de falsedades por las redes en los últimos años ha cambiado para peor el panorama político en los propios Estados Unidos y en otras partes del mundo. Las redes, saludadas en su momento como una herramienta democratizadora (la revolución de Twitter de Irán en el 2008, las primaveras árabes), son hoy un peligro para el debate público e incluso para la salud, como las 'fake news' sobre el coronavirus ponen de manifiesto. El primer responsable de que Trump mienta es el propio presidente de EEUU, pero las redes sociales no pueden eludir su responsabilidad. Si Facebook es el paraíso de las 'fake news' y de la ingeniería electoral fraudulenta (Cambridge Analytica) y según qué barrios de Twitter se asemejan a un pozo sin fondo de odio es responsabilidad de las empresas que se enriquecen con ello.
Es la diferencia entre una red social y un medio de comunicación tradicional, en el que existe una responsabilidad editorial. Es la diferencia entre difundir opinión e información sin filtro y hacerlo dentro de una estructura periodística. Los medios son falibles e imperfectos, pero en un sistema democrático plural son pieza esencial de la conversación pública y política porque se responsabilizan de lo que difunden. Las redes sociales hicieron bandera de negarse a ello, y ahora se han convertido en un grave problema para la salud democrática.
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