La clave

Geometría o cuerda floja

Después del fiasco del miércoles y ahora que todos quieren sacar tajada de la debilidad del Gobierno, Sánchez tendrá que hacer malabares para recuperar la confianza de sus socios

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en el Congreso.

El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en el Congreso. / AFP / ANDRÉS BALLESTEROS

Rosa Paz

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Después de lo ocurrido el miércoles con el pacto de PSOE y Podemos con Bildu y el malestar que generó en los partidos que acababan de apoyar la prórroga del estado de alarma, no es difícil imaginar el grado de agonía con el que Pedro Sánchez afrontará la petición no de una, sino de dos nuevas extensiones de esa medida excepcional.

Una vez que el PP se ha colocado, junto a Vox, en modo acoso y derribo y, por tanto, en el 'no' a más estado de alarma ni a más confinamiento —“brutal encierro”, lo llamó Pablo Casado—, y de que ERC también se ha pasado al 'no' sin esperanza, a Sánchez no le quedan más posibles apoyos que los mismos de la última vez: PNV, Ciudadanos y un puñado de grupos pequeños de los que también se ha descolgado Compromís. Está también la posible abstención de Bildu, tras el acuerdo para derogar la reforma laboral que el lendakari, Iñigo Urkullu, y su partido consideran desleal.

El PNV, siempre prudente, no rompe con el Ejecutivo central, aunque advierte a Sánchez de que “se arriesga a una quiebra de confianza”, en palabras de Urkullu, o de que el depósito de confianza ya está “con la luz de reserva”, según Andoni Ortuzar. Ahí aún el presidente puede encontrar unos votos, pero se los tendrá que trabajar. Como tendrá que reconquistar el apoyo de Cs, si bien el partido de Inés Arrimadas deja claro que no dan apoyo a Sánchez sino a la necesaria continuidad del estado de alarma. Una actitud que les honra.

Serán unas negociaciones difíciles después del fiasco del miércoles y ahora que todos quieren sacar tajada de la debilidad del Gobierno. Sánchez tendrá que hacer malabares para recuperar la confianza de sus socios y para administrar con éxito la compleja geometría variable. Y tendrá que evitar nuevos patinazos. Más que nada porque, aunque tiene probada su resistencia y no hay alternativa a su Gobierno, sabe bien que camina por la cuerda floja.

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