Reto de envergadura
Fondo nacional para el pleno empleo
Hemos de ser capaces de crear mecanismos adecuados para dotar de contenido real el derecho al empleo
Antón Costas
Presidente del Consejo Económico y Social de España (CES)
El empleo tiene que ser la vara de medir de la bondad de todas las cosas relacionadas con la economía, ya sean las políticas, las empresas o la I+D. El empleo confiere a las personas la dignidad y el reconocimiento que buscamos en la vida. Cuando las personas están en condiciones de trabajar, no quieren ser ayudadas con una renta, quieren un empleo.
El desempleo es una lacra para los que lo padecen. A la vez, es un disolvente del contrato social que necesitan tanto el capitalismo progresista como la democracia liberal para funcionar armoniosamente. Ahora, la amenaza del desempleo vuelve a ser el principal riesgo para el sistema social, político y económico de nuestro país.
Afortunadamente, los gobiernos se han enfrentado a esta crisis con políticas adecuadas. En el caso de España, la decisión de utilizar los ertes para mantener los salarios y el vínculo laboral ha evitado que hoy tengamos 5 millones más de desempleados. Esta “nacionalización” de los salarios es un novedoso compromiso público con el empleo.
Cierre de la economía
La pregunta es por qué ahora ha sido posible. Seguramente porque, a diferencia de las anteriores, esta recesión ha sido provocada de forma deliberada por los gobiernos. Deliberada, pero no arbitraria, ya que se ha cerrado la economía para proteger un bien superior: la vida y la salud de los ciudadanos, amenazadas por el contagio de la covid-19.
Ahora, a corto plazo, el reto es preservar ese empleo. Hay que lograr que la apertura gradual de las actividades económicas no lleve, por un lado, a que las empresas se vean obligadas a transformar los ertes en eres, destruyendo empleo ni, por otro, a mantener empleo que no es sostenible sin el apoyo público. No será fácil.
En todo caso, no podemos olvidar que hay 3,8 millones de personas desempleadas, en muchos casos en paro de larga duración. Y tampoco que los jóvenes que han acabado sus estudios recientemente, y los que los terminen en los próximos años, tienen una elevada probabilidad de engrosar las cifras de desempleo estructural. Hay que aprovechar el clima de solidaridad que trae el coronavirus para extender ese compromiso público a todas las personas que, deseando trabajar, no encuentran empleo.
El instrumento adecuado podría ser la creación de un “Fondo nacional para el pleno empleo” que financie la creación de empleo con salarios equivalentes al salario mínimo. La financiación del fondo se haría con recursos del estado (en parte, nuevos y en parte procedentes de los fondos dedicados a políticas activas de empleo, de escasa eficacia) y de la Unión Europea (el nuevo fondo para el desempleo). La gestión debe ser descentralizada, desde las comunidades, las ciudades y las pequeñas localidades.
Objetivos de desarrollo sostenible
En cada territorio o localidad donde existan desempleados de larga duración, el sector privado, el sector público y el sector social presentarían, de forma competitiva, iniciativas en las que el criterio de selección sería su capacidad para crear empleo estable. Además, se tendría en cuenta el logro de los objetivos de desarrollo sostenible establecidos por las autoridades nacionales y europeas. Los resultados se someterían a evaluación. En muchos casos, esos proyectos podrían ser elegibles para ser financiados por el nuevo programa de recuperación europeo.
Otra ventaja de estefondo para el pleno empleo es que permitirá llevar el empleo a los lugares donde vive la gente, y no a la inversa, como han intentado hacer las políticas de empleo de las últimas décadas. Políticas que han tenido escasos beneficios, pero sí grandes costos, en términos de desarraigo de las personas y de despoblación del territorio y pequeñas ciudades.
En la medida en que reduciría los elevados niveles actuales de desempleo estructural, y aumentaría el empleo de recursos de los territorios ahora no utilizados, el fondo permitiría aumentar el crecimiento potencial de la economía. Los resultados de este crecimiento, en términos de ingresos públicos, permitirían cubrir buena parte de los costes.
El desempleo no es una fatalidad inevitable de la economía de mercado. Tampoco, como algunos piensan, producto de la indolencia de las personas desempleadas. Es el resultado de la falta de mecanismos adecuados para hacer efectivo el derecho al empleo.
¿Cómo hemos garantizado el derecho a la sanidad, la educación o las pensiones? Creando mecanismos públicos dotados de recursos financieros y organizativos: Sistema Nacional de Educación, Sistema Nacional de Salud, Seguridad Social. De la misma forma, el Fondo Nacional para el Pleno Empleo sería el instrumento para dotar de contenido real al derecho al empleo.
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