Las nuevas oportunidades

Vientos de desglobalización

Las especializaciones que ayuden a superar las barreras de un mundo menos globalizado, como la capacidad de vender en los mercados internacionales, serán más preciadas

Imagen de archivo del Port de Barcelona.

Imagen de archivo del Port de Barcelona. / .40311897

Albert Carreras

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Ya ha pasado otras veces en la historia: las etapas de globalización van seguidas de las de desglobalización. Ahora hemos entrado con mucha fuerza en la desglobalización. Ya se anunciaba con el triunfo de políticos que defendían el cierre comercial y consignas como "mi país, primero". Donald Trump es el ejemplo de ello, pero no es el único. La pandemia de coronavirus ha acelerado la desglobalización hasta su punto más extremo: el comercio internacional, los transportes internacionales, el turismo internacional, etcétera, se han detenido. Alguien podría replicar diciendo que todo se ha detenido: el confinamiento es eso. Pero en la recuperación que se vislumbra ya se ve que las respuestas serán más nacionales y menos internacionales. Muchas cosas que han pasado durante el confinamiento no se irán de un día para el otro. Pasará como con las guerras, que las situaciones extraordinarias que se viven marcan las ciudadanías y les hacen cambiar los miedos y las preferencias. Pasó en las dos grandes guerras mundiales, que cambiaron no solo las fronteras sino las sociedades y las economías.

En el nuevo mundo en el que estamos entrando todo lo que la globalización hacía fácil, ¿desaparecerá? No, en absoluto. La globalización respondía a demandas de fondo, muy poderosas, y factores de oferta -la revolución de los transportes y las comunicaciones-, y en políticas regulatorias como las de competencia, las de apertura comercial o las de cooperación internacional. Han resultado ganadores y perdedores. Los perdedores -las clases medias y bajas de los países más ricos- exigirán cambios que los beneficien. Querrán mantener todo aquello que les era atractivo, tales como telecomunicaciones baratas, productos tecnológicamente sofisticados a muy buen precio, vacaciones exóticas o posibilidad de contratar asistencia doméstica más barata. Querrán todo ello sin los peligros -los costes- concretados en trabajos más escasos, peor pagados y más precarios, en menores oportunidades de movilidad social ascendente, en peor provisión de servicios públicos, etcétera.

Lo que valdrá para la gente valdrá también para los países. Y acabará generando un esfuerzo aún mayor para activar el comercio internacional y, en general, los negocios internacionales, pero en circunstancias más desfavorables. Pasará como con la crisis financiera que estalló en el 2008 con la quiebra de Lehman Brothers, que a pesar de ser una crisis financiera -o precisamente porque lo era- hizo más valiosos los conocimientos financieros. La actual crisis originada por el coronavirus, y desglobalizadora, hará más valiosos que nunca los beneficios aportados por la globalización. Serán más difíciles de obtener, pero serán aún más apreciados. La capacidad de vender en los mercados internacionales, la capacidad de comprar, la de hacer negocios internacionales, la de comerciar bienes o servicios internacionalmente, devendrán más preciadas. Aquellos que sepan moverse bien en el mundo tendrán una gran ventaja. El dominio de idiomas será más importante, así como el conocimiento de otras culturas y maneras de hacer. Los negocios internacionales pedirán un conjunto más variado de aptitudes y actitudes. La crisis de abastecimiento de material sanitario para las necesidades urgentes generadas por el covid-19 ha sido un ejemplo clamoroso de la importancia de saber comprar en mercados muy diferentes y alejados, como el chino. Hay un conjunto muy diverso de habilidades para superar retos como los que se han vivido. Esta circunstancia que nos ha parecido excepcional, se puede repetir cada vez más a menudo.

Pasará que muchas especializaciones perderán atractividad y se remunerarán menos, mientras que otras ganarán atractividad y deberían remunerarse mejor. La pandemia ha mejorado de forma espectacular la atractividad de las actividades sanitarias, y de las de investigación biomédica, como la epidemiología, la bioinformática y la biología computacional, la virología, o las tecnológicas y de gestión de grandes bases de datos y de plataformas, que tanto han crecido durante el confinamiento. Lo mismo ocurrirá con las especializaciones que ayuden a superar las barreras de un mundo menos globalizado. También hay oportunidades en la "nueva" normalidad.

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