La derecha de Madrid

La fase loca

lo malo es que el fondo de este movimiento no tiene nada de broma, sobre todo por la deriva trumpista y alucinada de una derecha política y mediática, ultra y rabiosa

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Carles Francino

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Conozco pocos ejercicios intelectuales más pecaminosos que citarse a uno mismo para defender tal o cual teoría. Pero hoy he decidido pecar. Y no para presumir sino para lamentar no haberme equivocado. Hace exactamente cuatro meses, la semana que el nuevo Gobierno tomó posesión, <strong>escribí un artículo titulado 'Madrid me desespera', </strong>donde anunciaba que el Partido Popular -en entusiasta complicidad con Vox- había decidido convertir la capital de España en el ariete contra Pedro Sánchez y sus socios comunistas, bolivarianos, separatistas, rompepatrias, comeniños y no sé cuántas cosas más. Lo que no podía imaginar es que esa estrategia se mantendría contra viento…y pandemia. Pero así ha sido.

“¡Que se hunda España, que ya la levantaremos nosotros!” La misma frase de Montoro en la otra gran crisis diez años después. Por eso dije y mantengo que el gran hecho diferencial de España está en Madrid. Las berlanguianas manifestaciones en el opulento barrio de Salamanca, con cubertería de lujo como instrumento de protesta, así lo confirman. Ningún otro lugar de España puede replicar escenas así, aunque algunos ya han intentado emularlo este fin de semana. Como "Caye borroka" las describió el genial Javier Durán; "el movimiento de los poloflautas" o "la revolución de los Borjamaris" han sido otros hallazgos en la tormenta de memes y chistes que inundó la red. Pero lo malo es que el fondo de este movimiento no tiene nada de broma, sobre todo por la deriva trumpista y alucinada de una derecha política y mediática, ultra y rabiosa, que ha entronizado como icono a Isabel Díaz Ayuso, convertida en incendiaria social cuando lo que exige este fuego son bomberos. Creo que a estas alturas del drama, con un destrozo económico sin precedentes, las arengas que invocan supuestos agravios territoriales o presuntas conspiraciones para castigar a comunidades por simple venganza política son lo último que necesitamos. El Madrid de la corte ha entrado en fase de locura.

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