Crisis social

El hermano pobre

Los últimos que salieron de la crisis de 2008 han sido los primeros en entrar en otra de nuevo

Colas para recoger comida en los servicios sociales, en Barcelona

Colas para recoger comida en los servicios sociales, en Barcelona / periodico

Francina Alsina / M. Assumpció Vilà

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Salir. Salir todos. Salir fortaleciendo los derechos sociales. Aprendamos de los errores y esta vez no dejemos que las políticas de austeridad y los recortes sean la fórmula aplicada para hacer frente a los estragos de <strong>una crisis social sin precedentes</strong> y no permiaimos que una parte de la población quede de nuevo atrapada en el círculo de la pobreza y la exclusión de manera permanente. No podemos volver a escuchar, como en 2008, que para superarla hay "renunciar" a los derechos sociales. Aquella afirmación expresada desde el sector privado, y en concreto desde el bancario, se acabó traduciendo por parte de las administraciones en tijeretazos salvajes que dejaron extremadamente debilitado el sistema social, convirtiéndolo en el hermano pobre del Estado del bienestar, si se compara con el sanitario. Todo lo que habíamos construido en décadas a favor de la igualdad de oportunidades y la cohesión social se esfumó porque políticamente se decidió rescatar el capital, no a las personas. Esperemos que se haya aprendido la lección y que, como se está verbalizando estos días, la salida no la pague la ciudadanía.

Nos preocupa, debilitado el sistema social, cómo se dará respuesta a una crisis social que nos atrevemos a vaticinar que será más desigual, excluyente e injusta que la anterior y sobre todo cómo se asegurarán los derechos sociales, fundamentales para la autonomía y la dignidad de las personas. Esta vez, las administraciones no pueden renunciar, deben apostar claramente con la voluntad no solo de preservarlos, sino de ampliarlos y consolidarlos. Y eso, inseparablemente, va acompañado de una buena financiación para que este pilar esencial pueda recuperar la musculatura que necesita.

Derechos sociales es sinónimo de protección y bienestar, absolutamente indispensables ahora y en el futuro. El estallido de la crisis ha contribuido a hacer visible lo que hace años que denunciamos la Mesa del Tercer Sector y la Defensora de Barcelona: la pobreza se ha cronificado y las desigualdades se han acentuado. Íbamos a contracorriente porque la percepción general era que había vuelto a la normalidad y que los índices económicos iban hacia arriba, pero la realidad era que una parte de las personas seguían invisibilizadas e instaladas en la precariedad. El estallido del covid-19 lo que ha hecho es agravar todo ello hasta el punto de que hoy miles de personas están recurriendo a las entidades sociales para pedir ayuda para comer y pagar la vivienda. Los últimos que salieron de la crisis de 2008 han sido los primeros en entrar en otra de nuevo y los efectos graves de la pandemia han arrastrado también a un buen grupo de personas que han quedado sin trabajo e ingresos y que ni mucho menos imaginaban que llegarían al extremo de no poder cubrir las necesidades más básicas.

Barcelona ya está trabajando en la recuperación de la ciudad y en el futuro de la ciudadanía. Para nosotros es prioritario asegurar el derecho a la vivienda y el acceso a los suministros básicos, en especial a las personas en riesgo de exclusión. El punto de partida previo aal covid-19 era el de una emergencia habitacional que excluía casi un millón de personas en torno a Barcelona, pero sabemos que esto se agravará mucho más con el contexto actual. Además, es urgente dotar de presupuesto la estrategia de sinhogarismo y consolidar los recursos para las personas que viven en la calle y que se han puesto en marcha estos días. La respuesta de ahora es temporal y urgente, pero hay que pensar en soluciones estables y dignas para este colectivo.

Si la vivienda es una prioridad, la otra es el empleo. Es imprescindible aumentar la financiación para la inserción laboral de personas vulnerables que tienen un riesgo alto de pérdida del puesto de trabajo y muchas dificultades para volver al mercado de trabajo, como las que tienen una discapacidad, problemas de salud mental, adicciones, mujeres en situación de riesgo, jóvenes que buscan su primera oportunidad laboral, personas migradas o mayores de 45 años. Aquí el Ayuntamiento de Barcelona dispone de la contratación reservada, una herramienta muy útil para contribuir a la reactivación del empleo.

El covid-19 ha evidenciado también la necesidad de más y mejor coordinación entre las instituciones, pero también entre los servicios sociales y las entidades sociales para ofrecer una atención de calidad. También reclamamos que la salida a la crisis pase por políticas integrales, empoderadora y centradas en la persona. Más allá de la emergencia, se deben planificar respuestas integrales lo máximo de dignificadoras y con una perspectiva comunitaria para que las personas puedan ser autónomas a la hora de tomar decisiones y gestionar sus propias necesidades.

*Presidenta de la Taula del Tercer Sector Social de Catalunya / Síndica de Greuges de Barcelona.

Suscríbete para seguir leyendo