Opinión | Pascal se da de baja

Josep Martí Blanch

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Adiós PDECat, hola, PNC

La oferta: la recuperación de un corpus ideológico que permita un discurso que resulte coherente y se contraponga a la actual olla de grillos que es el PDECat

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El día de la Mare de Deu de Montserrat, Marta Pascal firmó dos cartas iguales. Una para el expresidente de la Generalitat, Artur Mas y otra para el coordinador general del PDECat, David Bonvehí. A las misivas siguieron conversaciones telefónicas con los destinatarios para confirmarles de viva voz lo que en ellas se despachaba.

Pascal, a quien Mas había confiado la dirección del PDECat en su nacimiento, y que posteriormente pagó con su dimisión la negativa a seguir acríticamente las órdenes de Carles Puigdemont, comunicaba formalmente su baja como militante de la familia que la vio crecer políticamente; primero como presidenta de las juventudes convergentes y posteriormente como coordinadora general del PDCAT.

Hito político

Desde esta responsabilidad alcanzó su mayor hito político, en contra de los deseos del 'puigdemontismo', cuando su obstinación fue decisiva para descabezar a Mariano Rajoy, sumando los votos de su partido a la moción de censura que convirtió en presidente a Pedro Sánchez.

Actualmente convaleciente de una pequeña operación, Marta Pascal es una de las caras del conocido como grupo de Poblet que hace unos días, de manera precipitada por la publicación de la información en el diario 'ARA', anunciaba su articulación como formación política bajo las siglas PNC, Partit Nacionalista de Catalunya (PNC), a imitación del PNB, del que quieren imantarse de pragmatismo político.

Soberanismo contrario a la unilateralidad

La baja como militante del PDECat de Marta Pascal y el anuncio forzado de la aparición del PNC no guardan relación directa. Pero es imposible no colegir que, a pesar de la extrema lentitud con la que se producen los acontecimientos en este nuevo submundo soberanista contrario a la unilateralidad, la decisión de presentarse a unas elecciones, cuando sea que Quim Torra las convoque, está tomada.

La oferta: soberanismo contrario a la unilateralidad y recuperación de un corpus ideológico que permita un discurso que, aunque con diferentes matices, resulte coherente y se contraponga a la actual olla de grillos que es el PDECat. Un ejemplo de esto último:  después de aprobar una subida de impuestos en el Parlament con los votos de sus diputados, el coordinador del PDECat, David Bonvehí, escribió esta semana un artículo mostrándose contrario a la misma y comprometiéndose a trabajar para neutralizarla.

No será fácil que sea el grupo de Poblet quien lidere esa candidatura. Hay que sumar más gente. En este sentido, los herederos de Unió, agrupados en Units per Avançar y capitaneados por Ramon Espadaler, consideran que el tiempo les ha dado la razón y que son ellos los que pueden actuar de “pal de paller” de una hipotética coalición electoral que resucite al catalanismo pragmático. Que el 'procés' haya dado cumplimiento a la profecía del ya retirado Josep Antoni Duran i Lleida (“hemos hecho un pan como unas hostias”), vienen a decir, les otorga autoridad política para aspirar a ser el galvanizador de esa nueva coalición electoral.  Cuentan con un as añadido en la manga, Albert Batlle, concejal de seguridad ciudadana del Ayuntamiento de Barcelona, hombre que cuenta con el respeto personal y político de todos los actores que bailan en la pequeña pista del catalanismo revivido. ¿Batlle-Pascal? ¿Pascal-Batlle? Demasiado pronto para estas cábalas.

¿Y la Lliga de Astrid Barrio? A pesar de los esfuerzos de la politóloga que lidera este partido en favor de una generosidad de doble dirección que permita a constitucionalistas convencidos convivir políticamente con personajes que, como Marta Pascal, participaron, aunque fuera críticamente, de los hechos de octubre del 2017, esto se antoja casi imposible.

Diferencias sustanciales

Desde el grupo de Poblet, y aunque menos explícitamente también desde Units per Avançar, se considera que la propuesta catalanista de la Lliga es incompatible con la trayectoria política de algunos de sus miembros, como el que fuera presidente de Societat Civil Catalana, Josep Ramon Bosch, o el exeurodiputado del Partido Popular, Santiago Fisas. Tampoco la anunciada integración de los Lliures de Antoni Fernández Teixidó en La Lliga se ha hecho realidad todavía. Y aunque ninguna de las partes considera que haya riesgo de ruptura de los acuerdos alcanzados, lo cierto es que sí han surgido diferencias sustanciales que de momento impiden que caminen ya juntos como un único partido.

Como Quim Torra anda enrocado en alargar la legislatura, a pesar de haber anunciado en su día lo contrario, no hay prisa todavía entre todos estos minifundistas. Será con las elecciones convocadas que se desatasque definitivamente el tapón de grupúsculos que sólo aspiran a obtener representación suficiente para alterar la política de bloques y poder actuar como un decisivo KingMaker parlamentario.

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